viernes, 6 de marzo de 2015

Cuentos del Pastor:MAL SUEÑO

Comenzaba a despertar cuando una horrible sensación de vaciedad se hizo notar.
Un aire enrarecido entraba por la ventana.
El murmullo de la calle subía inusualmente para esa temprana hora de la mañana. Este, sin duda no era un día normal.
Me levanté a prisa como intuyendo lo peor.
Al asomarme por la ventana vi a mis vecinos paralizados.
Su bebé lloraba inexplicablemente, y no hacían nada para contenerlo. Sus rostros carecían de vida, y sus miradas se perdían en la nada misma. Desconcertado pero tratando de sobreponerme, me preparé para salir a mi trabajo.
Mi edificio era una de esas reliquias que quedaban de siglo IXX. El ascensor subía a fuerza del motor y bajaba por efecto de la gravedad. Pero nada lo movió de su lugar cuando traté de descender.
Opte por las escaleras, y mientras descendía parecía estar en una caminata lunar; flotaba como si no tuviera peso.
Al salir observé que el viento se había detenido, los pocos pájaros que viajaban al sur, se asentaban exhaustos en las copas vacías de los árboles.
Extrañamente el sol no estaba en su lugar habitual. Y una lluvia acida y pesada regaba las calles.
Me detuve en el bar de la esquina tratando de encontrar explicaciones. En el televisor, un meteorólogo daba novedades de los dramáticos cambios atmosféricos.
-No hay explicación posible, las leyes naturales ya no están con nosotros, ¡todo de aquí en más, se hace impredecible! Aseguró.
El mozo del bar cambió nervioso de canal.
Esta vez, economistas en la bolsa internacional reaccionaban y daban cuenta de lo inmanejable de la situación. Todo carecía de valor y equilibrio en los mercados.
-¿Quién puede decirnos el costo real de las cosas? Necesitamos alguien que dé sentido y valor al bien material; hay una completa apatía a poseer. ¡Esto es un caos! Los Bancos están resultando obsoletos. ¡Es increíble! dijo el vocero de Nueva York.
Me dirigí al hospital donde trabajaba; allí nada tenía sentido tampoco. El dolor la enfermedad y la muerte, ya no tenían una explicación temerosa. Los médicos no encontraban coherencia en el comportamiento de los virus y las bacterias, ni tampoco en las reacciones naturales del cuerpo. No había a quién culpar y lo peor no una había tampoco fuente de consuelo. Los médicos abandonaban su juramento hipocrático y se mostraban indiferentes al sufrimiento ajeno.
Mi oficina daba frente a un estudio de arquitectura. Y alcancé a escuchar la angustia del diseñador, quién con sus dos manos se agarraba la cabeza y caminaba inquieto a uno y otro lado diciendo:
-¡No! ¡No se me ocurre nada! Mis creaciones se fueron. ¡No hay inspiración!
Tenía que encontrar la explicación. Prendí el ordenador personal buscando alguna respuesta.
-¡Todo debe estar allí! ¡Sin duda debe haber una buena razón! dije para mis adentros.
La búsqueda no se hizo difícil. Todos están haciendo descargos de los nuevos cambios que tomaban sus profesiones y sus vidas personales:
Abogados y jueces habían perdido la capacidad de juicio. Por primera vez en la historia no había balanza del bien y del mal. La verdad no existía, sólo existía la mentira. Por lo tanto, no tenía sentido juzgar sobre lo que nunca se comprobaría como cierto.
El famoso predicador pregonaba angustiado e impotente. Por primera vez en la historia las leyes espirituales dejaban de funcionar. Había invertido en muchos productos que activarían la espiritualidad de los incautos fieles, pero ahora todo para él resultaba un fracaso, porque que ya no había fe.
Las naciones despertaban a la anarquía total. No había autoridad delegada. Ese concepto de respeto y sometimiento desaparecía como por arte de magia. No hay orden, ni reglas que seguir.
El amor y el concepto de familia entraban en abierto desuso.
Los grandes diseñadores de moda, perdían la capacidad de lo elegante y sobrio.
Y los famosos y pecadores decían no encontrar placer en sus andanzas y fechorías.
Los infieles reclamaban la ausencia de la adrenalina de ser descubiertos, porque había desaparecido la fidelidad, el respeto, el honor y las buenas costumbres.
¡Algo había pasado! ¿Pero qué?
Hice una lista de las cosas que había visto.
Medite en la fuente común que las alimenta o las sostiene, y llegué a la final y aterradora conclusión:
-¡Ya no había Dios con los hombres, Dios se había retirado, Dios no estaba en el mundo!
Sonó la alarma del despertador.
Estaba completamente mojado en transpiración. Todavía exaltado y tembloroso me acerqué a la ventana; vi jugar a mis vecinos con su pequeño, y respiré. ¡Sólo había sido un mal sueño!
Reflexión:
Estamos llegando a ese punto de la historia.
La necedad humana de desentendernos de Dios, hace que todo, absolutamente todo deje de ser como al principio.
Este reclamo de rebeldía e independencia, tendrá finalmente sus consecuencias. Y será entonces cuando impotentes nos demos cuenta que hemos sido los gestores de nuestro propio caos.
Cada desafiante acto humano contra el Creador, no hace otra cosa que producir pérdidas irreparables.
Espero no sea tarde, cuando entremos en razón y nos demos por enterados que su Presencia hace que esto que llamamos vida tenga sentido.
La Palabra dice:
“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” Jn 1. 3
Jesús es el Dios Creador y sustentador de lo que existe. (Jn 1. 1-4)
“Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” Col 1. 17
¡Jesús no es una opción de fe! Es el Dios Verdadero que vino a dejarnos sin excusas.
Espero que lo comprendamos, que podamos despertar, y que a nuestra necia indiferencia la podamos dejar oportunamente de lado.
Pastor Rubén Herrera

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