viernes, 6 de marzo de 2015

Cuentos del Pastor ,RAÚL, EL INSEGURO


A Raúl siempre le gusto llegar temprano a clases, y especialmente los lunes.
La razón de tal comportamiento, era el encuentro casi inevitable que se daba con Paula. Ella venia muy temprano obligada por su tía, quién trabajaba en las oficinas del colegio.
Raúl había sufrido, en los primeros meses del año, una enfermedad que le atrasó significativamente sus estudios.
A Paula, en ese entonces la mejor alumna, se le encargo poner al día a Raúl en las tareas escolares.
Así comenzaron esta relación de amistad, que cada día adquiría nuevo matices. Eran apenas unos niños, 12 años de edad, y tenían la inocencia de hace cincuenta años atrás.
En la sala de dibujo técnico, las mesas estaban unidas en grupos de tres. Raúl fue puesto entre Paula y Luis; y los tres se hicieron grandes amigos.
Paula y Raúl compartieron mañanas increíbles casi todo ese primer año, y su relación creció mucho. Entre ellos, el lenguaje de miradas bastaba para comunicarse las cosas.
Raúl comenzó a sentir algo más, pero no estaba seguro que Paula correspondiera. Así que mantenía ese “secreto”, el que cada vez se hacía más insostenible por sus continuas muestras de celos.
Al llegar la primavera, Paula se mostró diferente con un chico del colegio que la pretendía.
Era un apuesto y rico muchacho de los grados avanzados. Se rumoreaba que había algo entre ellos; aunque se decía también, que Paula todavía no había dado su consentimiento y transparentado el asunto.
Raúl estaba que se moría de celos e impotencia, mientras pensaba: -¿Cómo competir con este afortunado? ¡Imposible! El es alto, bien parecido, y tiene dinero. ¿Qué podría tener para ofrecerle?
Inmerso en esos desmoralizadores pensamientos estaba cuando esa mañana Paula entró al aula.
Ella se acercó a Luis, y le pidió dejarlos un momento a solas. Luis entendió el mensaje, y se retiro cómplice haciendo guardia en la puerta del curso.
Paula de acercó, tomó la mano de Raúl, le miró a los ojos y preguntó:
-¿Me quieres Raúl? ¿Gustas de mí?
Raúl estaba completamente sorprendido y nervioso. Sus pensamientos dispararon a lo peor:
–Si le digo que sí.., ella me dirá que ya no podemos ser más amigos. ¡De seguro mis celos me delataron y se dio cuenta! ¡Debo negarlo todo! ¡Si eso haré, negaré todo!
Paula volvió a preguntar:
-¿Gustas de mi Raúl?
- ¡No!, ¡No! ¡Somos amigos! dijo Raúl y salió aprisa con la excusa de ir al sanitario.
A Paula se le llenaron los ojos de lágrimas, pero se sobrepuso rápidamente al ver que ingresaban el resto de los compañeros.
La relación con Raúl ya no fue la misma; aunque los dos internamente mantenían el afecto intacto.
Raúl con sus demostraciones de celos, y ella que no le perdía mirada.
Pasaron unos meses, y Paula finalmente se puso de novia con el otro muchacho.
Después de muchos años Raúl encontró nuevamente a Paula; en la ocasional cita, las vivencias de esa mañana y la pregunta de Paula, regresaron a su cabeza. También un sinfín de interrogantes: ¿Por qué lo había hecho? ¿Qué buscaba ella en la respuesta?
Y armándose de valor dijo:
-Paula, ¿Por qué me preguntaste si gustaba de vos, y si te quería esa mañana?
Ella como rememorando el momento, tomó nuevamente las manos de Raúl dijo:
-Porque yo te quería. Estaba confundida entre lo que sentía por vos, y el galanteo del otro muchacho. Si hubieras dicho que si.., ¡vos serías mi novio!
Reflexión:
El flagelo social de este tiempo es la inseguridad afectiva. Y lamentablemente estamos viendo los resultados de la misma. ¿Quiere ver a un inseguro? Vea su necesidad de competir y ganar el cariño de todos.
Por alguna razón, no podemos aceptar la idea de ser amados con la misma intensidad y entrega con la que amamos. Nos desmerecemos.
Padres que se compiten el afecto de sus hijos, e hijos que se compiten el afecto de los padres.
Amigos compiten por ser aceptados.
Ni hablar de los enfermizos celos de la pareja, que la terminan minando y destruyendo todo.
Lamentablemente poco podemos hacer en el campo de las relaciones humanas, donde el corazón es tan complejo.
Pero he observado esta misma inseguridad en los hijos de Dios. Ya no somos capaces de captar sencillamente el amor del Padre.
Estamos perdiendo la capacidad de sentirnos amados, simplemente porque nuestros pensamientos nos juegan en contra todo el tiempo.
¡Hoy parece que la demostración del amor de Dios no es suficiente con lo que hizo en el calvario! Jn 3.16
Ahora, si no tenemos la “bendición económica” y si no recibimos “lo nuevo” debemos considerarnos creyentes de segunda o hijos que no lo alcanzaron.
Se ha desnaturalizado el amor de Dios y se lo ha reducido al derecho reservado de unos pocos elegidos.
Hijos compitiendo todo el tiempo por sentirse amados, y con la única evidencia de los bienes materiales. ¡Miles de corazones destrozados por la famosa teología de la prosperidad!
¿Dónde quedó nuestra comunión de hijo? ¿Dónde quedó la relación íntima del Padre con sus hijos? ¿Desde cuándo las expresiones del afecto divino son meramente materiales?
Es nefasto el resultado de esta perversa doctrina que sólo viene a instalar competencia e inseguridad entre los hermanos de la fe.
En la historia, Raúl tiene muchos pensamientos que le hicieron daño; y tanto que perdió disfrutar el legítimo y puro amor de Paula.
“¡Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios..!” 1 Jn 3.1
Recuerda que Él viene para preguntarte si lo quieres y para darte su amor; te ama y su manera de decirlo es:
¡SIGUIÉNDOTE TODO EL TIEMPO CON SU MIRADA!
Pastor Rubén Herrera

No hay comentarios:

Publicar un comentario