miércoles, 11 de noviembre de 2015

LA PARÁBOLA DE LAS DIEZ VÍRGENES

(Mateo 25: 1-13) “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. 2 Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. 3 Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; 4 mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. 5 Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. 6 Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! 7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. 8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. 9 Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. 10 Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. 11 Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! 12 Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. 13 Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”
Introducción
Hagamos un estudio pormenorizado de esta parábola, con la cual el arminianismo se ha cebado para venir a enseñar, de hecho, que la salvación es un asunto que implica obras, contradiciendo la Palabra de Dios, la cual enseña que la salvación es exclusivamente por gracia, y no por obras (Ef. 2: 8, 9)

La doctrina arminiana, que se coló con fuerza abrumadora 250 años atrás, promovida sin duda por los jesuitas para destruir el protestantismo, enseña a partir de sus derivados, y en concreto respecto a esta parábola, que el creyente, y por tanto, hijo de Dios por adopción (Jn. 1; 12), que en el momento de la venida del Señor no esté suficientemente avivado, no sólo se quedará en tierra, sino que además el Señor le dirá: “No te conozco”, lo cual implica que habría dejado de ser hijo (lo cual es un contrasentido, ¿cómo se puede dejar de ser hijo?)
Evidentemente, esta manera de comprender esta enseñanza de Cristo redunda en una doctrina herética, cual es, la salvación por el esfuerzo humano.
1. Razonemos
¿Le diría Cristo a un verdadero hijo de Dios, “no te conozco”? Obviamente en ningún caso.

Otra pregunta que nos debemos hacer es, y siempre teniendo en cuenta que esta historia es una parábola, es decir, un medio para obtener conocimiento de una verdad espiritual, ¿Son todas esas vírgenes, verdaderas creyentes? Siendo entonces obvio que el Señor jamás diría a un verdadero creyente: “no te conozco”, es necesario llegar a la conclusión de que las cinco vírgenes insensatas, no se corresponden con verdaderos creyentes, sino tan sólo con creyentes nominales.
2. Veamos todo esto paso a paso, empezando desde el principio
(V. 1) “Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo”:

Jesús, dirigiéndose a sus discípulos en el Sermón del Monte de los Olivos, todos ellos judíos (porque Jesucristo vino a rescatar a las ovejas perdidas de Israel, esto, en primera instancia), les dice que “el reino de los cielos será semejante a”.
Obviamente el Señor está hablando, no de aquel tiempo, ni del tiempo de la Iglesia, sino del tiempo del final de la Gran Tribulación, cuando la Iglesia habrá sido ya sacada de este mundo, y todo esté presto para dar comienzo el Reino visible sobre esta tierra, por supuesto, en el contexto de Su gloriosa Segunda Venida.
No olvidemos que el ministerio de Cristo fue dirigido a Israel, pues la Iglesia no existía todavía. Cristo en Mt. 24 y Mt. 25 se dirige a los creyentes de origen judío de su tiempo, y del tiempo de la última semana de años de Daniel 9: 27 (la última shavua – siete años), que se corresponderá con el tiempo de la Tribulación, (véase también Lucas 12: 35-37).
Dice el Señor que en ese tiempo todavía venidero, los que recibirán el reino milenial, y están representados por diez vírgenes (al menos cinco de ellas), salieron a recibir al esposo. La palabra que la Reina Valera traduce por “esposo”, es en el griego original “nimpsion”, que significa tres cosas: “novio”, “desposado”, “recién casado”. Cristo será en ese momento el novio recién casado.
Curiosamente, en algunos manuscritos antiguos, y sus correspondientes traducciones bíblicas, ese versículo primero, lo leemos así:
"Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas salieron a recibir AL ESPOSO Y A LA ESPOSA" (Mt. 25: 1) (versión Torres Amat)
"En aquel tiempo el reino del Cielo será semejante a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron al encuentro DEL NOVIO Y LA NOVIA" (Mt. 25: 1) (versión Peshitta)
Es curioso que en estas traducciones, y seguramente en algunas otras más, la Palabra nos mencione, no sólo al Novio (Cristo), sino también a la Novia, (la Iglesia), lo cual tiene un sentido completo. De esta manera, las diez vírgenes, o diez doncellas, salen a recibir a Cristo y a Su Iglesia, la cual habrá sido sacada de este mundo, seguramente siete años antes.
(V. 3) “3 Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite”:
Las lámparas aludidas por el Señor, en la vida cotidiana y ordinaria, se correspondían a vasijas que contenían aceite, y se prendían para dar luz. De ahí que cada verdadero creyente es luz en este mundo.

Cada hombre o mujer es una de esas vasijas. En el caso de un verdadero creyente, su vasija o lámpara estará lleno de aceite, que representa llenura de la Palabra de vida.
No obstante, esas doncellas insensatas no llevaban apenas aceite en sus vidas, porque no tenían acceso al bendito Espíritu de la Palabra. Leemos en Ro. 8: 9; “y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”. La Palabra de Cristo prácticamente era inexistente en ellas.
El que se dice creyente, pero no ha nacido de lo Alto (Jn. 3: 3), puede hacer profesión pública de fe; en este caso, llevaría su lámpara, que sería él mismo, dando incluso testimonio con su boca de las cosas de Dios (el falso profeta Balaam también hacía eso).
Tendría el poco aceite que da el hecho de que la Luz vino a los hombres (Jn. 1: 9; 3: 19), habiendo sido iluminado por el Espíritu Santo, habiendo gustando del don celestial, (He. 6: 4, 5), pero, como dice también la parábola del Sembrador, no tendría raíz, y se secaría. Por tanto, no es un verdadero creyente, porque no permanece ni puede permanecer en Cristo. Es sólo un creyente nominal, es decir, de nombre.
(Vv. 4, 5) “mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron”:
Aquí vemos a otros creyentes, representados por las otras cinco vírgenes, los cuales son verdaderos creyentes, ya que pueden conseguir el aceite para colocarlo en sus lámparas. Son verdaderos templos del Santo Espíritu. Esas vírgenes, sí tenían acceso total al bendito Espíritu.

El dormirse, entra dentro de la condición humana. Vemos eso con los discípulos, cuando estaban rendidos de sueño en el monte de la Transfiguración (Lc. 9: 31-33), o durmiendo cuando el Señor oraba en el Huerto de los Olivos poco antes de ser prendido (Mt. 26: 44-46). Implica el hecho de que nada de lo que es la obra de Dios está bajo nuestro control, sino bajo el control y la determinación divinas, como la venida del Señor.
Vv. (6-10)
“Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! 7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. 8 Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. 9 Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. 10 Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta”:

La medianoche significa el momento en que todos duermen. En el momento menos esperado llegará el Señor glorioso, porque seguramente será el momento menos propicio.
¿Esas diez vírgenes son la Iglesia? Esas diez vírgenes no son la Iglesia. En ningún lugar se identifica a la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo con diez vírgenes, o con diez doncellas.
Las diez vírgenes, son las diez damas de honor que deben estar presentes en una boda judía como las del tiempo de Jesús, y eso lo entendían bien Sus discípulos. Las doncellas no se casan con el novio, de otra manera eso resultaría ser poligamia, condenada esta por Cristo, por cierto.
Por otro lado, ningún cristiano nominal puede ir a un verdadero hijo de Dios y pedirle que le traspase un poco de la justificación con la cual este último ha sido justificado por Cristo, pero esto es lo que intentaban estos falsos creyentes representados por las cinco doncellas insensatas. Nadie puede venir a salvación si Dios no la da: “Ninguno puede venir a Mí, si el Padre que me envió no le trajere…” (Jn. 6: 44)
La respuesta de las prudentes a las insensatas, fue: id y arreglaos con Dios. Esa es una respuesta parecida a la que Pedro le dio a Simón el Mago: “…ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás” (Hchs. 8: 22, 23)
Mientras iban a conseguir lo que no tenían, fue demasiado tarde, porque el Señor llegó. Bien, si estas personas, representadas por las cinco doncellas insensatas, hubieran sido cristianas, aunque poco espirituales digamos, seguirían siendo hijos de Dios; serían como aquel hijo pródigo que por ser hijo, aunque mal siervo, volvió a casa de su padre, y su padre le recibió; siendo así, jamás hubieran sido condenadas, como fueran estas cinco, y sin embargo, apréciese la respuesta del Señor: “De cierto os digo, que no os conozco” (V. 12)
Las que estaban preparadas lo estaban porque eran de Cristo; las que no estaban preparadas, jamás lo iban a estar, porque no eran de Cristo.
Es harto evidente que no se trata de la Iglesia, ya que la Iglesia está formada sola y exclusivamente por los santos de Dios.

3. Entendiéndolo con mayor detalle:
La parábola de las diez vírgenes, no tipifica a la Iglesia, sino al Israel del final de la Gran Tribulación. En ese Israel, habrá verdaderos creyentes, y creyentes sólo profesantes, así como es en la actualidad la que llamamos iglesia, la que es visible.

El esposo es Cristo, la esposa es la Iglesia glorificada. Esto tipifica la venida gloriosa de Cristo, junto con Su Amada a esta tierra; obviamente, después del Rapto de la misma.
Las vírgenes o doncellas que entran en las bodas, son los invitados a esas bodas, pero no son los contrayentes, ya que no son parte de la Iglesia, sino que son los convidados a las bodas. Evidentemente en ese momento (Mt. 25: 10), se celebrará la última parte de las solemnidades de la boda del Cordero con Su esposa, la Iglesia, y será aquí en la tierra.
Escribe el comentarista de Matthew Henry:
“Las vírgenes… se trata de los invitados a la cena del Cordero (Ap. 19: 9), que tiene lugar después de la Gran Tribulación y durante el Milenio….estas vírgenes [las diez] no son la novia, sino sólo acompañantes, lo cual conviene más al remanente judío en la 2ª venida. La ocupación de estas vírgenes es salir al encuentro del esposo…la condición necesaria para recibir al esposo dignamente es tener las lámparas encendidas cuando venga el esposo…el aceite en las lámparas es símbolo del Espíritu Santo que será derramado en aquel tiempo sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén precisamente para que estén preparados para el retorno del Mesías (Zc. 12: 10)” (Matthew Henry)

Así es. Esas cinco vírgenes que estaban preparadas, se corresponden con los convidados a las Bodas: “Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero…” (Ap. 19: 9)
Por invitados a las bodas (Ap. 19: 9), debemos entender que son personas salvas, pero que no pertenecen a la Iglesia como tal. Por lo tanto deben ser judíos de antes del Pentecostés (Hchs. 2) y del tiempo de la Gran Tribulación.
Los primeros están en el cielo y participarán en las bodas como invitados. Los segundos, y con ellos muchos salvos de origen gentil del tiempo de la Gran Tribulación que habrán quedado, serán invitados a las bodas que se celebrarán en tierra. Las bodas tendrán su celebración en el cielo, y luego vendrá el esposo con la esposa (Cristo y la Iglesia) a la tierra a seguir celebrando los esponsales. Todo ello justo antes de juzgar a las naciones, y proceder a inaugurar el Reino prometido a Israel en esta tierra y por mil años (Mt. 25: 31ss; Ap. 20)
Escribe John McArthur: “La Iglesia es la esposa durante la fiesta de presentación en el cielo, después viene a la tierra para la celebración de la última cena o banquete (el milenio)”
Mayormente el sentido de la parábola hay que dirigirlo, por tanto, a los que vayan a quedar en la Gran Tribulación, para recibir a Cristo, el Esposo con su Esposa.
En cuanto a nosotros, los creyentes de esta dispensación, la Iglesia, creo que la enseñanza de esa parábola es sencillamente la de crecer en santificación, porque esa es la voluntad de Dios para con nosotros (ver 2 Pedro 1: 1-8).
El Señor Jesús viene en breve. ¡Sí, ven Señor Jesús!
Maranatha!
SOLI DEO GLORIA
Miguel Rosell

jueves, 27 de agosto de 2015

El Perdón

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

He recibido muchas preguntas sobre una serie de artículos publicados en línea poniendo en duda la idea de que Jesús murió por nuestros pecados, pasados, presentes, y futuros en la cruz. Los artículos afirman que la Biblia no enseña tal cosa. Entonces, averiguémoslo. ¿Enseña la Biblia que todos los pecados de nuestra vida fueron perdonados en la cruz, o no?

En Colosenses 2:13-14 leemos: “Y a ustedes, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de su carne, les dio vida juntamente con él, perdonándoles todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz”.
La palabra griega traducida “todos” en este pasaje es pas. Esta palabra significa cada uno, todos, cualquiera, totalmente, el todo, todas las cosas, todo sin excepción. Esto parece apoyar la declaración de que todos los pecados pasados, presentes y futuros fueron perdonados en la cruz. También apoya la afirmación de Pablo de que en el momento que creímos el Espíritu Santo fue sellado en nosotros como un depósito garantizando nuestra herencia.
En él también ustedes, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de su salvación, y habiendo creído en él, fueron sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria” (Efesios 1:13-14).
Tomado literalmente, esto quiere decir que el Espíritu Santo es la prima que se paga para garantizar la redención de la posesión adquirida (nosotros). Esta garantía se hizo efectiva cuando creímos la primera vez. (A propósito, para aquellos de ustedes que solamente hablan en Reina-Valeriol, todas las interpretaciones traducidas en este sitio son del texto griego del que se origina la Versión Reina Valera, 1960)
Y el que nos confirma con ustedes en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras (el depósito—la prima) del Espíritu en nuestros corazones” (2 Corintios 1:21-22).
Esto nos dice que Dios nos ha establecido como Suyos y ha puesto Su sello en nosotros también. Un sello tiene el propósito de autenticar la propiedad, la cual se demuestra sin ninguna duda. Es similar a la marca que un finquero le pone a su ganado. 1 Corintios 6:19 dice que ya nos pertenecemos a nosotros mismos porque fuimos comprados a un precio. El precio fue la vida de Su Hijo Jesús. El Espíritu Santo es nuestra garantía de que Dios, quien nos compró, también nos redimió.
Hebreos 10:12-14 afirma que Jesús se ofreció a Sí mismo como sacrificio por el pecado una sola vez para siempre para perfeccionarnos eternamente.
Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.”
Una vez para siempre significa que eso se aplica desde el comienzo de la Era del Hombre hasta el fin, y de manera continua todo el tiempo. Esto incluye la vida entera de cada creyente. Al ofrecerse a Sí mismo como nuestro sacrificio por el pecado Él ha hecho perfectos para siempre a quienes estamos siendo santificados. Esta es una expansión de la afirmación del escritor en Hebreos 7:25 al efecto de que debido a que Jesús vive para siempre Él nos puede salvar para siempre. (Estos versículos prueban de que todas las interpretaciones de Hebreos 6:4-6 y Hebreos 10:26-27 que se usan para negar la seguridad eterna son incorrectas de primera entrada. El mismo autor, escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo, no podría contradecirse tan radicalmente a sí mismo.)
Observen que el sacrificio nos hizo perfectos para siempre, a pesar de que aún estamos en el proceso de ser santificados. Esta es una obra que no estará completa sino hasta el rapto/resurrección.
Ser hechos perfectos para siempre es lo que Pablo quiso decir cuando dijo, “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Los verbos usados aquí están en el tiempo pasado perfecto. Esto quiere decir que desde la perspectiva de Dios ya todo esto está terminado y hecho. Pablo dijo que al aceptar la muerte del Señor como pago por todos nuestros pecados nos hemos vueltos tan justos como Dios es (2 Corintios 5:21).
Todas estas afirmaciones son consistentes. De manera individual y colectiva, claramente muestran que todos los pecados de nuestra vida son perdonados desde el momento en que creímos la primera vez. Y no existe ni un solo versículo en el Nuevo Testamento que contradiga, modifique, o se retracte de estas promesas. Después de todo, ¿cómo podría nuestro Dios garantizar nuestra salvación desde el momento en que creímos a menos de que todos los pecados de nuestra vida fueran pagados y perdonados en la cruz?
¡Pero todavía pecamos!
¿Cómo podemos reconciliar todo esto con el hecho innegable de que todavía pecamos? Recuerden, en Su Sermón del Monte Jesús explicó que el pecado comienza con un pensamiento, ya sea que a este le siga la acción o no. La ira es tan pecado como el asesinato, la lujuria es tan pecado como el adulterio. Él también pudo haber dicho que la codicia es tan pecado como el robo, etc. El escritor de Hebreos nos dijo que si trabajamos continuamente para ganar o para mantener nuestra salvación eso equivale a romper el mandamiento de mantener el Sabbat (Hebreos 4). Y Santiago dijo que quienquiera que guarda toda la Ley pero ofende en un solo punto se hace culpable de todos (Santiago 2:10). Solamente es con la sangre de Jesús que podemos limpiar todos los pecados de nuestra vida para que Dios pueda cumplir Su promesa de garantizar nuestra herencia. De la siguiente forma es como Él lo hace.
Debido a que hemos nacido de nuevo, Dios escoge vernos como el ser perfecto que vamos a ser después del rapto/resurrección. Él puede hacer esto porque Él está fuera del tiempo. Recuerden, la eternidad no es solamente un montón de tiempo. La eternidad es la ausencia total del tiempo y Dios habita la eternidad (Isaías 57:15). ¿Recuerdan a Dios diciéndole a Adán que en el día que él comiera del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, moriría? (Génesis 2:17). Cuando Adán y Eva desobedecieron, no murieron en ese mismo instante. Pero a pesar de que vivieron por varios cientos de años más, fueron cambiados de inmortales a mortales en ese momento. Su eventual muerte se volvió una realidad y Dios, quien está fuera del tiempo, lo vio en el momento en que pecaron.
El nacer de nuevo es el opuesto exacto. No es que nos volvimos tácitamente inmortales en ese día, pero nuestra inmortalidad se hizo cierta, y desde ese instante en adelante Dios nos ve como seres inmortales. Él inspiró a Pablo a escribir, “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; ciertamente todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). A pesar de que para nosotros aun somos mucho de lo mismo, para Dios nos volvimos una nueva creación en el día en que aceptamos la muerte del Señor como el pago completo por nuestros pecados. Él nos ve ahora tan justos como Él es (2 Corintios 5:21). Esa justicia les viene por la fe en Jesucristo a todas las personas que creen (Romanos 3:22).
Pablo explicó cómo es que Dios puede hacer eso en Romanos 7:18-20: “Y yo sé que en mí, esto es, en mi naturaleza pecaminosa, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que habita en mí.
Para una persona creyente nacida de nuevo, Dios ha separado el pecado del pecador. Dios mira nuestros pecados como que han sido aplazados de nuestro viejo yo y no considerados como parte de nuestro nuevo yo.
¿Cuál debe de ser nuestra respuesta a esto?
¿Quiere decir esto que somos libres para pecar todo lo que queremos? ¿Están en lo correcto los legalistas al decir que si Dios no nos hubiera amenazado con la pérdida de nuestra salvación seríamos la peor clase de pecadores depravados? Millones de personas cristianas nacidas de nuevo cuyas vidas son radicalmente diferentes son la evidencia al contrario. Todos pecamos de vez en cuando pero la dirección y el enfoque de nuestras vidas no son lo mismo como eran anteriormente, y podemos testificar sobre el hecho de que todos hemos cambiado. A pesar de que Pablo dijo que todo es permitido, él también dijo que no todo es beneficioso y constructivo. Por consiguiente, ya nosotros no buscamos nuestro propio bien sino el bien de los demás (1 Corintios 10:23-24) con la esperanza de ganar el premio para el cual Dios nos llamó al cielo en Cristo Jesús (Filipenses 3:14). Pablo no estaba hablando sobre su salvación, la cual él ya tenía, sino sobre las recompensas que esperaba recibir ante el Tribunal de Cristo (1 Corintios 3:10-15) después del Rapto.
Por eso es que la pérdida de nuestra salvación nunca se ve amenazada. Nuestra creencia en nuestra eventual inmortalidad iguala lo que Dios ya ha visto para nosotros, y mientras tanto procuramos hacerle caso al consejo de Pablo de vivir al nivel de lo que ya hemos alcanzado (Filipenses 3:16). Esta es nuestra acción espiritual de alabanza (Romanos 12:1) en agradecimiento por lo que ya se nos ha otorgado de manera gratuita e irrevocable.
¿Pero qué hay de las personas creyentes que no responden con agradecimiento y quienes no pareciera que han cambiado, viviendo casi de la misma manera antes de ser salvas? ¿Se ha anulado el regalo? ¿Se ha roto la promesa? ¿Se ha revocado la garantía? No he podido encontrar ni un solo versículo en la Biblia que contenga una amenaza parecida. ¿Cómo lo podría haber cuando todos los pecados de la vida suya han sido pagados, incluyendo el pecado de ingratitud?
Lo que sí he encontrado es que en su mayoría, todas estas almas malagradecidas viven unas vidas derrotadas aquí y han perdido sus galardones en la vida venidera. Estas son las que Pablo dijo que aún serán salvas pero apenas escapando a través de las llamas (1 Corintios 3:15).
Aquí en la Tierra estas personas tienen unión sin comunión, nunca experimentando la intimidad con Dios. Como resultado de ello su caminar cristiano consiste en un movimiento sin progreso, batallas sin victorias, y servicio sin éxito. Están de lado correcto del perdón pero del lado incorrecto del poder, teniendo la justificación pero sin la santificación.
Jesús describió a estas personas en la parábola del sembrador, diciendo que son como la semilla que cayó entre espinos. Germina y crece pero debido a que las espinas la ahogan, nunca madura para dar fruto. Puesto que estas personas creyentes están demasiado preocupadas con las maneras de este mundo, nunca maduran como cristianas y nunca producen nada de valor para el Reino (Mateo 13:22). Estarán frente al Tribunal de Cristo ante el Señor sin nada que mostrar por el increíble regalo que se les dio porque estas personas fracasaron en implementar el maravilloso plan que Él tenía para sus vidas.
El Nuevo Testamento está lleno a reventar de admoniciones y estímulos para que el Espíritu Santo pueda cambiar el enfoque de nuestras vidas de las cosas de este mundo hacia las cosas del próximo, de las cosas que vemos, las cuales son temporales, hacia las cosas que no vemos, las cuales son eternas (2 Corintios 4:18), ser renovados en el espíritu de nuestra mente (Efesios 4:23) sin conformarnos al mundo actual (Romanos 12:2). En resumen, vivir según lo que hemos logrado (Filipenses 3:16).
Algunas personas creyentes que no le han hecho caso a estas admoniciones, encontrarán que han escapado del juicio simplemente porque en un solo día en su vida ordinaria tomaron una decisión que lo cambió todo. Para algunas de estas personas será la única decisión inteligente que alguna vez hicieron, pero la hicieron con fe, que es lo único que importa (Efesios 2:8-9) porque al haberla hecho, todos los pecados de su miserable existencia fueron perdonados y se convirtieron en hijas de Dios (Juan 1:12-13), adoptadas en Su familia para siempre (Gálatas 4:4-5).
Cuando llegue el momento, las personas que fracasaron en tomar esa decisión estarán dispuestas a cambiar todas las riquezas del mundo para intercambiar lugares con ellas. Pero así como el regalo que recibieron ese día es indescriptiblemente generoso, solamente fue el primer pago en la vida que pudieron haber tenido. Ya sea por ignorancia o por rebeldía, no aceptaron el resto, rehusando la guía del Espíritu Santo, hasta que finalmente la aún pequeña voz interior ya no pudo escucharse más.
A veces me pregunto si la pérdida que alguna persona va a sufrir ante el Tribunal de Cristo (1 Corintios 3:15) aparecerá como una bodega interminable de bendiciones no reclamadas o si las lágrimas que el Señor enjuaga de sus ojos serán lágrimas de pesar al haberse enterado de lo que pudieron haber hecho por medio de Él si hubieran respondido a la iniciativa del Espíritu Santo. Solamente el tiempo lo dirá. Pero por lo menos todo quedará en el pasado, porque Apocalipsis 21:4 procede diciendo que de allí en adelante no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Todos sus pecados fueron perdonados desde el momento en que creyeron. Selah 27/08/11

domingo, 12 de julio de 2015

Una carta de Santiago. Parte 4

Un estudio bíblico por Jack Kelley
Este estudio abarca el capítulo 4 de la carta de Santiago. Ustedes verán que él todavía tiene muchos buenos consejos para vivir una vida cristiana victoriosa en nuestros tiempos, y él nos los da en términos no inciertos. Ciertamente no para los débiles de corazón.
Sométanse a Dios
¿De dónde vienen las guerras y las peleas entre ustedes? ¿Acaso no vienen de sus pasiones, las cuales luchan dentro de ustedes mismos? Si ustedes desean algo, y no lo obtienen, entonces matan. Si arden de envidia y no consiguen lo que desean, entonces discuten y luchan. Pero no obtienen lo que desean, porque no piden; y cuando piden algo, no lo reciben porque lo piden con malas intenciones, para gastarlo en sus propios placeres. (Santiago 4:1-3).
Aquí Santiago usó un lenguaje fuerte. Sus palabras para guerras y peleas pueden significar cualquier cosa hasta las guerras entre las naciones. Su punto era que ya sea que fuese un asunto entre dos personas o dos países, la cosa empieza con los deseos de la carne. Una persona codicia lo que otra tiene, y en lugar de pedirle a Dios por eso, la persona “va a la guerra” contra la otra persona para obtener lo que desea. A pesar de que se lo pide a Dios la persona no recibe lo que codicia porque sus motivos no son puros. Solamente está buscando gratificar los deseos de la carne.
El Señor nos prometió vida abundante (Juan 10:10), y Él ama darles buenos regalos a Sus hijos (Mateo 7:11), pero eso no quiere decir que Él va a proveer todos los deseos egoístas de nuestra carne. Algunas cosas que queremos simplemente no son buenas para nosotros. Más bien nos alejan de Él en vez de acercarnos a él.
¡Ay, gente adúltera! ¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Todo aquel que quiera ser amigo del mundo, se declara enemigo de Dios. No crean que la Escritura dice en vano: Ardientemente nos desea el Espíritu que él ha hecho habitar en nosotros. Pero la gracia que él nos da es mayor. Por eso dice: Dios se opone a los soberbios, y da gracia a los humildes (Santiago 4:4-6).
Con el término “gente adúltera” Santiago estaba hablando de las personas cuya lealtad se encuentra dividida entre las cosas de Dios y las cosas de este mundo. Es como un hombre que tiene una esposa y una querida, no puede dedicarse completamente a ellas. Puesto de otra manera, Jesús dijo, “Nadie puede servir a dos señores” (Mateo 6:24). Mientras más enamorados estemos de las cosas de este mundo, más difícil será poder servir al Señor.
A pesar de la promesa del Señor de una vida abundante, muchas personas creyentes se le adelantan e hipotecan su futuro por “las cosas más finas en la vida”. Después de todo, eso es lo que todos alrededor de ellas hacen. Y cuando las obtienen se enorgullecen de lo que han logrado por ellas mismas. Luego, después de unos años de estar efectuando pagos mensuales, se dan cuenta de que se han esclavizado en el estilo de vida que ellas mismas se han fabricado. Su deseo de vivir para el Señor puede ser real, pero su capacidad se ve reducida por las obligaciones que han adquirido en un esfuerzo para satisfacer los deseos de la carne.
Por eso es que Pablo nos alentó a presentar nuestros cuerpos como sacrificios vivos al Señor, para ser usados para Su gloria. Él nos advirtió de no conformarnos a este mundo, lo cual es la satisfacción de los deseos de la carne, sino ser transformados por la renovación de nuestra mente (Romanos 12:1-2). Él quería que nosotros evitáramos esa lealtad dividida de la que Jesús y Santiago hablaron en contra.
Mientras tanto, Dios anhela por el Espíritu que él hizo que habitara en nosotros, que el mismo se manifieste en nuestra vida. Él nos da más gracia, esperando que nosotros nos humillemos y lo proclamemos ser Señor en nuestra vida para que Él pueda mostrarnos Su favor al ayudarnos a ser liberados de la situación que nos hemos producido. Él sabe que no son las cosas de este mundo, sino Su bendición lo que nos hace ricos, y Él no le agrega ninguna tristeza a eso (Proverbios 10:22). No hay pagos mensuales que hacer asociados con las bendiciones del Señor.
Por lo tanto, sométanse a Dios; opongan resistencia al diablo, y él huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Límpiense las manos, pecadores! Y ustedes, los pusilánimes, ¡purifiquen su corazón! ¡Lloren, aflíjanse, hagan lamentos! ¡Conviertan su risa en llanto, y su alegría en tristeza! ¡Humíllense ante el Señor, y él los exaltará! (Santiago 4:7-10).
Cuando nos sometemos a Dios y resistimos las manipulaciones del diablo en nuestros deseos mundanos, él huirá de nosotros. No importa cuándo es que sucede en nuestra vida, pero cuando nos acercamos a Dios, Él se acercará a nosotros. Empezaremos a ver lo pequeño que es el valor de nuestra vida al compararla con Aquel que nos la dio. Lavaremos nuestras manos de estar persiguiendo los deseos mundanos y purificaremos nuestros corazones de los intentos de doble ánimo (de ser pusilánimes) que sirven a dos amos. Nos daremos cuenta que las cosas que una vez nos dieron tanto orgullo y auto satisfacción, solamente nos han cegado para ver lo que es verdaderamente importante. Entonces nos humillaremos ante el Señor y Él nos levantará.
En mi propia experiencia yo puedo decirles que nunca es tarde para que ustedes hagan eso. Así que no se lamenten por el hecho de que han perdido mucho tiempo en la vida de ustedes persiguiendo los placeres falsos, sino regocíjense en el hecho de que el Señor puede tomar lo que queda y utilizarlo para hacer cosas maravillosas. Recuerden, Él ha estado celosamente anhelando la oportunidad para hacerlo (Santiago 4:5). Todo lo que usted tiene que hacer es ofrecérselo a él.
Hermanos, no hablen mal los unos de los otros. El que habla mal del hermano y lo juzga, habla mal de la ley y juzga a la ley. Y si tú juzgas a la ley, te eriges en juez de la ley, y no en alguien que debe cumplirla. La ley la ha dado Uno solo, el cual tiene poder para salvar y destruir. Pero tú, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo? (Santiago 4:11-12).
Es popular en estos días buscar la evidencia de una vida piadosa en Dios en otras personas creyentes. A eso le llamamos ser un inspector de frutas, pero realmente es una forma más aceptable para describir el hecho de que estamos juzgando a las personas. Jesús nos dijo de no hacerlo (Mateo 7:1-5). Pablo nos dijo de no hacerlo (1 Corintios 4:5). Y sin embargo, lo seguimos haciendo igual.
Jactándose sobre el día de mañana
Ahora escuchen con cuidado, ustedes los que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, y estaremos allá un año, y haremos negocios, y ganaremos dinero.» ¡Si ni siquiera saben cómo será el día de mañana! ¿Y qué es la vida de ustedes? Es como la neblina, que en un momento aparece, y luego se evapora. Lo que deben decir es: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello.» Pero ustedes se jactan con arrogancia, y toda jactancia de este tipo es mala. El que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, comete pecado (Santiago 4:13-17).
Muchas personas creyentes rutinariamente hacen planes para el futuro sin saber si van a vivir lo suficiente para cumplirlos. Es una indicación de que están enfocadas en los deseos de la carne, y no son guiadas por el Espíritu.
Al obligarse a cumplir esos planes para el futuro, esas personas están demasiado ocupadas para hacer las buenas obras que podrían llevar a cabo cada día. Si están apuradas para llegar al trabajo a tiempo, ¿qué podrían hacer cuando el Espíritu Santo las provoque a detenerse y ayudar a alguna persona necesitada? Tienen que ignorarlo a Él. Desde una perspectiva eterna, ¿no es eso poner las cosas al revés? ¿Va el Señor a elogiar a esas personas por estar enfocadas en el éxito mundano, o son las pequeñas cosas que pueden hacer para Él cada día de mayor valor para el Reino?
Esas personas dicen que tienen que cumplir con sus responsabilidades del trabajo y de la familia, pero Dios ha prometido llenar todas las necesidades a quienes primero buscan Su reino y Su justicia (Mateo 6:31-33). ¿Confían en Él o en ellas mismas? Las personas que no dejan suficiente espacio en su día para responder a la provocación del Espíritu Santo están diciendo que las cosas de este mundo son más importantes para ellas que las cosas del próximo.
Vivir por fe es tal cambio de paradigma en la manera del mundo que muchas personas creyentes ni siquiera pueden imaginar cómo sería, menos aún tratar de entender cómo hacerlo. Cualquier pensamiento que tengan de servir al Señor es relegado a la categoría de “algún día” mientras las exigencias auto producidas de su vida mundana llenan sus mentes conscientes hoy día. Mientras tanto, el Señor aguarda pacientemente para que se den cuenta de que nada en lo que trabajan tan arduamente les producirá la satisfacción que buscan.
Cuando finalmente se vuelven a Él, se dan cuenta de que Él felizmente acepta cualquier poquito de tiempo que les sobra para ofrecérselo a Él, y las ayudará a encontrar más conforme aumenta el deseo de su corazón de servirlo a Él. Y ciertamente aumentará, porque no existe mayor sentido de satisfacción que el que proviene demostrando el amor del Señor en los actos simples de amabilidad hacia los demás.
Cualquier persona puede empezar con sólo resolver dándole a cualquiera que le pida (Lucas 6:30). El Señor no nos dijo de evaluar si creemos que el mendigo que nos pide algo lo merece. Él dijo, “alimenten al hambriento.” Pensar si lo estamos “haciendo más vago” es solamente una excusa para no ayudar. Lo que la persona haga con el dinero que le damos es entre ella y el Señor. Nuestro propósito en dar es demostrar nuestra gratitud por el amor que el Señor nos ha expresado. Con eso como nuestro motivo, recuperaremos el dinero de todas maneras (Lucas 6:38).
Concluyendo
Santiago no escatimó sus palabras, y yo tampoco. Si usted es una de esas pocas personas cristianas a quienes todo esto no se aplica, entonces siéntase en libertad de ignorar todo lo que he dicho. Pero las encuestas han mostrado constantemente que más del 90% de las personas cristianas hoy día viven de esa manera, con la excepción de unas pocas horas los domingos por la mañana, y su comportamiento no se diferencia de el de sus vecinos incrédulos. Es ese grupo el que necesita escuchar y tomarlo de corazón. Su tiempo en la Tierra está rápidamente llegando a su fin. Lo que usted vaya a hacer para expresar su agradecimiento por el regalo gratuito de la vida eterna que ha recibido, es ahora. Nos vemos la próxima vez.

miércoles, 8 de julio de 2015

Una carta de Santiago.

Un Estudio bíblico por Jack Kelley
En la parte 3 continuamos repasando las instrucciones que Santiago le dio a la primera iglesia de cómo vivir apropiadamente la vida cristiana. Recuerden, esta carta pudo haber sido la primera que se escribió como enseñanza a la Iglesia jamás antes recibida, pre datando los Evangelios y las cartas de Pablo, con la posible excepción de la carta a los Gálatas. Esta vez cubriremos el capítulo 3. Así que empecemos.
Domesticando la lengua
Hermanos míos, no se convierta la mayoría de ustedes en maestros. Bien saben que el juicio que recibiremos será mayor. Todos cometemos muchos errores. Quien no comete errores en lo que dice, es una persona perfecta, y además capaz de dominar todo su cuerpo. (Santiago 3:1-2).
Ninguno de nosotros es perfecto. Todos decimos y hacemos cosas que más tarde nos damos cuenta que fueron un error. Para la mayoría de las personas eso es un asunto simple de corregirse. Pero para los maestros, cualquier error de nuestra parte va directamente a la mente de nuestros escuchas y puede influenciar su entendimiento de la palabra de Dios para el resto de su vida. Las personas que sienten que han sido llamadas a enseñar necesitan tener la habilidad para hablar clara y concisamente, dependiendo solamente en lo que Dios les ha transmitido. También necesitamos estar conscientes que Él está escuchando y que nos responsabilizará por nuestra enseñanza. No es suficiente para nosotros referirnos a la advertencia de Pablo de investigar las Escrituras y que se lo digamos a quienes nos escuchan para ver si estamos hablando la verdad (Hechos 17:11). También seremos requeridos a justificar todo lo que hemos dicho.
A los caballos les ponemos un freno en la boca, para que nos obedezcan, y así podemos controlar todo su cuerpo. Y fíjense en los barcos: Aunque son muy grandes e impulsados por fuertes vientos, se les dirige por un timón muy pequeño, y el piloto los lleva por donde quiere. Así es la lengua. Aunque es un miembro muy pequeño, se jacta de grandes cosas. ¡Vean qué bosque tan grande puede incendiarse con un fuego tan pequeño! Y la lengua es fuego; es un mundo de maldad. La lengua ocupa un lugar entre nuestros miembros, pero es capaz de contaminar todo el cuerpo; si el infierno la prende, puede inflamar nuestra existencia entera (Santiago 3:3-6).
Pablo adoptó este mismo pensamiento en sus cartas. Él nos advirtió de abandonar la ira, el enojo, la malicia, la blasfemia y las conversaciones obscenas de nuestra boca (Colosenses 3:8). Nuestra conversación no debe de estar mezclada con obscenidades, necedades o chistes groseros, lo cual está fuera de lugar para las personas creyentes, sino en su lugar, con agradecimiento por todo lo que se nos ha dado (Efesios 5:4).
Él nos advirtió de no pronunciar palabras obscenas sino solamente lo que es útil para la edificación de otras personas con el objeto de que quienes escuchan sean edificados. Hacerlo de otra manera entristece al Espíritu Santo el cual está sellado en nosotros hasta el día de la redención (Efesios 4:29-30).
La gente puede domesticar y, en efecto, ha domesticado, a toda clase de bestias, aves, serpientes y animales marinos, pero nadie puede domesticar a la lengua. Ésta es un mal indómito, que rebosa de veneno mortal.
Con la lengua bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los seres humanos, que han sido creados a imagen de Dios. De la misma boca salen bendiciones y maldiciones. Hermanos míos, ¡esto no puede seguir así! ¿Acaso de una misma fuente puede brotar agua dulce y agua amarga? No es posible, hermanos míos, que la higuera dé aceitunas, o que la vid dé higos. Ni tampoco puede ninguna fuente dar agua salada y agua dulce (Santiago 3:7-12).
Jesús dijo que las palabras que salen de nuestra boca se originan en nuestro corazón y esas son las cosas que nos contaminan (Mateo 15:18). Puesto que lo que decimos es un reflejo de lo que está en nuestro corazón, y puesto que el corazón del ser humano natural es incurablemente perverso (Jeremías 17:9), luego la única forma que podemos cambiar lo que sale de nuestra boca es cambiar lo que ingresa en nuestro corazón. Por esa razón, yo creo que escuchar lo que sale de nuestra propia boca puede proveer la señal más clara si en verdad somos creyentes bajo la influencia del Espíritu Santo. Recuerden, Santiago nos amonestó de ser hacedores de la palabra y no solamente oidores (Santiago 1:22). Asegurémonos de que lo que sale de nuestra boca es consistente con lo que esté en nuestro corazón.
Dos clases de sabiduría
¿Quién de ustedes es sabio y entendido? Demuéstrelo con su buena conducta, y por medio de actos realizados con la humildad propia de la sabiduría. Pero si ustedes abrigan en su corazón amargura, envidia y rivalidad, no tienen de qué presumir y están falseando la verdad. Esta clase de sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino que es terrenal, estrictamente humana, y diabólica. Pues donde hay envidias y rivalidades, allí hay confusión y toda clase de mal(Santiago 3:13-16).
Recordemos que Santiago no se estaba refiriendo a guardar la Ley cuando habló de una vida buena llena de obras hechas con humildad. Los fariseos mostraban que guardar la Ley no daba como resultado la humildad, sino más bien la arrogancia y el orgullo. Miraban de menos a los menos afortunados y criticaron a Jesús por asociarse con ellos (Mateo 9:10-11). Ellos creían que si los pobres simplemente vivían de acuerdo a los estándares fariseos, serían bendecidos acorde. Por lo tanto no tenían excusa por su miseria y no merecían ni compasión ni ayuda.
Es natural para los humanos ser auto centrados y envidiosos en cuánto a cómo percibimos lo que es el éxito en los demás. Es parte de nuestra naturaleza pecaminosa. Santiago dijo que esas actitudes no son espirituales sino más bien demoníacas. Promueven la envidia en vez de la humildad y el egoísmo en lugar de la generosidad, y están detrás de todas las prácticas malignas del ser humano.
Solamente las personas creyentes se dan cuenta de que antes de haber llegado al Señor, realmente no teníamos nada de valor para Él y sin embargo Él nos dio todo solamente porque se lo pedimos. Eso es lo que promueve el deseo en nuestro corazón de compartir lo que tenemos con otras personas. Nuestra amabilidad y generosidad hacia los demás muestran la humildad que sale de saber que no merecíamos nada para ser salvos, y es una demostración de nuestra rebosante gratitud por el regalo gratuito que hemos recibido.
Pero la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura, y además pacífica, amable, benigna, llena de compasión y de buenos frutos, ecuánime y genuina. Y el fruto de la justicia se siembra en paz para los que trabajan por la paz(Santiago 3:17-18).
La sabiduría que viene del cielo no está cargada de motivos ulteriores y agendas ocultas. Pablo dijo que el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gálatas 5:23).
Para concluir
Ningún mero asentimiento intelectual que Dios existe o aún que Jesús vino a enseñarnos cómo vivir una vida agradable a Dios puede producir el cambio en la actitud de una persona de la que tanto Santiago como Pablo están hablando aquí.
Para ser la clase de persona que ellos describen, tenemos que despojarnos del viejo yo, el cual está corrompido por los deseos engañosos y ser hechos una nueva criatura en la actitud de nuestras mentes (Efesios 4:22-23).
Esta es la obra regenerativa del Espíritu Santo, el cual está sellado en cada persona creyente nacida de nuevo. Solamente Él puede producir la clase de cambio en nosotros que nos permite poner a un lado nuestro auto centrismo y caminar en humildad, haciendo buenas obras en cada oportunidad.
Usted se sorprenderá al saber que el origen de este pensamiento está en el Antiguo Testamento. Es un ejemplo asombroso de que eso es lo que Dios siempre ha querido para Su pueblo, Él hizo que el profeta Miqueas nos dijera,
Ya se te ha declarado lo que es bueno, y qué pide el SEÑOR de ti: solamente practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios (Miqueas 6:8).
Viva una vida agradable al Señor y deléitese ayudando a los necesitados, hecho todo en un espíritu de humildad, y en agradecimiento por lo que se le ha dado a usted. Más la próxima vez.

lunes, 6 de julio de 2015

Sobre La Evangelización

¿Habrá algo más importante que salir a la calle a predicar? Sí, conocer el Evangelio que se piensa entregar. En otras palabras, es más importante enviar el Evangelio a través de misioneros al mundo, que enviar la mayor cantidad de misioneros al mundo sin el Evangelio.
No basta la pasión y las ganas que yo tenga de salir a la calle a predicar si no llevo el mensaje correcto. Si Dios le da a usted un vehículo, de seguro usted querría salir a la calle a manejarlo, pero usted primero debería aprender a manejarlo, sino haría daño. Lo mismo pasa con el Evangelismo.
Paúl Washer dijo en un sermón que "si Dios lo salvara hoy y le diera 2 días para ir a predicar, él ocuparía 1 de esos 2 días en CAPACITARSE".
Un carismático o un neopentecostal diría, "yo no... Yo saliera ese día y dejo que el Espíritu me dirija".
Lo cierto es que como dijo Richard Baxter (1615-1691), "no es el trabajo del Espíritu darte el significado de la Escritura y conocimiento sin tu propio estudio y labor. El trabajo del Espíritu es bendecir ese estudio y darte de ese modo conocimiento. Si rechazas el estudio con la presunción de que el Espíritu Santo te dirigirá, estás rechazando la Escritura misma".
Hace un tiempo estaba en la iglesia organizando unas cosas y mi mamá me llamó y me dijo: "Te ha venido a buscar varias veces fulano, cuidado, se veía nervioso". Al rato esa persona llegó a la iglesia y pasó apresurado y me dijo: "varón quiero 'aceptar' a Cristo y que usted me haga la oración".
Le dije, "¿qué pasa, por qué estás así?" Y me contó que lo había dejado la novia y se había cambiado de ciudad, y él estaba desesperado. Me senté con él un buen rato, y le prediqué el Evangelio. A mí me interesaba que él pusiera a un lado su situación sentimental, y viera su condición o estado espiritual. Hoy él sirve a Cristo.
Quizás algunos habrían aprovechado la oportunidad para decirle "pon tú mano derecha sobre la Biblia y repite conmigo", pero tú y yo sabemos que eso no fue lo que hizo Cristo con el Joven Rico, ni el apóstol Pedro en su primer discurso con los que se compungieron de corazón.
Si usted quiere a ir a predicar, gloria a Dios. Me alegro y lo animo a que predique, pero antes preocúpese por hacer las cosas bien. ORE A DIOS, CAPACÍTESE, Y LUEGO SALGA, porque si las personas a las cuales usted le va a predicar no van a ser traídas con la Verdad, es mejor que las deje en donde están. Cristo no nos llamó a hacer ADEPTOS a nuestra denominación o iglesia, sino a hacer DISCÍPULOS.
La conversión es muertos resucitando (recuerde lo que ocurrió en el Valle de los Huesos Secos)... Y el Evangelio tiene poder de Dios para salvación. Preocupémonos por hacer las cosas bien. Si usted es anti-estudio o anti-preparación nunca será un misionero responsable. Sé muy bien que no somos responsables de la conversión de las almas pero sí de lo que predicamos.
Algunos me han dicho, "Pedro era un hombre sin letra y del vulgo, y no estudió", ¿LES PARECE POCO QUE HAYA TENIDO COMO MAESTRO AL MISMO CRISTO?

miércoles, 17 de junio de 2015

El Diezmo Por Jack Fleming

Dios ha dejado una amplia información en Su Palabra sobre el sustento de Su obra, para que sepamos cómo debemos actuar conforme a Su voluntad. Son Sus negocios, así que él es el único autorizado para determinar cómo han de manejarse las finanzas en la iglesia, que es la casa de Dios (1Tm.3:15).
Muchos pastores intentan justificar sus discrepancias con lo que Dios ha mandado en la Biblia, diciendo simplemente: "Es que nosotros lo hacemos de otra manera". Y ¿quién les autorizó a ellos a cambiar lo que Dios ha dispuesto? ¿No es la iglesia la casa de Dios? En el desarrollo de este tema voy a exponer lo que el Señor dice sobre esta materia.
Lamentablemente la desobediencia a la Palabra de Dios en este tema tan sensible, no solamente ha traído un tremendo desprestigio a las iglesias evangélicas que se han prostituido fornicando con la Gran Ramera, acumulando las riquezas de este mundo que el Señor mandó enfáticamente ignorarlas, sino que esta "alquimia" religiosa ha servido para levantar muchos "reyes Midas" que por lucro han seguido el camino de Balaam.
Estos oportunistas no son más que comerciantes de la fe, que cuando el Señor venga, les dirá: "Nunca os conocí, apartaos de mi, hacedores de maldad".
Con justa razón Dios predijo que la condición del cristianismo antes de la venida del Señor, sería la de Laodicea, algo que le provoca náuseas (Ap.3:16-17) "Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque TU DICES: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo".
El diezmo no es una ordenanza para la iglesia, sino para la nación de Israel, porque pertenece a la ley y la iglesia está bajo la Gracia.
Dios dispuso en su pueblo terrenal, Israel, que la tribu de Leví no podía tener propiedades, por esta razón ordenó al resto de la nación sustentarlos con el 10% de sus ingresos, para que los sacerdotes levitas pudieran dedicarse al servicio del tabernáculo. Labor que debían efectuar desde los 25 años, y al cumplir los 50 años, tenían que retirarse (Nm.8:24-25).
Esto es muy diferente a lo que vemos hoy en día entre los que gustan llamarse "levitas espirituales", quienes se han transformado en grandes empresarios con esta práctica inmoral y anti bíblica de introducir el diezmo en la iglesia.
El Señor para evitar esta corrupción dentro de su pueblo Israel, ordenó que SIEMPRE el diezmo fuera entregado en productos: trigo, vino, aceite, animales, etc. Todo lo cual era guardado en el "alfolí", que era una gran pieza que estaba en el templo y que servía de bodega para almacenar el diezmo, porque era para suplir las necesidades para el sustento diario de los sacerdotes, jamás para que éstos obtuvieran bienes terrenales.
Esto no se hacía, como pretenden explicar los engañadores de hoy diciendo que era de esa manera, porque en aquel tiempo no existía el dinero. La Biblia dice que en los días de Abraham ya existía el dinero, él compró con dinero el terreno para la tumba de su esposa. Además, son múltiples los pasajes que señalan que los trabajadores recibían "un denario" como salario por cada día de servicio. Incluso en la ley, en los días de Moisés, Dios había ordenando que no se retuviera el salario del jornalero hasta el día siguiente, debía ser cancelado cada día (Lv.19:13).
La inmensa mayoría eran jornaleros que trabajaban para la minoría que era dueña de las tierras. Entonces ¿por qué no se señala en la Biblia que esa mayoría de Israelitas no entregaban 3 denarios mensuales correspondientes a sus diezmos? En cambio, hasta en los días del Señor se menciona que para pagar el diezmo no traían dinero. Lc.11:42 "diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza". Y todo eso se guardaba en el alfolí, que obviamente tampoco era una "alcancía" como mienten los comerciantes de la fe.
No existe en toda la Biblia disposición alguna, ni mandamiento, ni tan siquiera un solo ejemplo de alguna iglesia que recogiera el diezmo, o de un cristiano que lo hubiera pagado.
Yo sé que muchos pastores se escandalizan con esta afirmación y dicen: "El diezmo es bíblico, porque se menciona muchas veces en la Biblia". Eso es verdad, pero lo que no dicen es que siempre se menciona para la nación de Israel, NUNCA para la iglesia.
Este es un tema tan sensible para los Neo Evangélicos, como lo es "María" para los romanistas. Y esto es porque ambos son una fuente de ingresos económicos muy importantes para quienes los manipulan.
En la Biblia también se menciona muchas veces el Sábado, la circuncisión, los sacrificios de animales y muchas otras ordenanzas, pero eso no significa que la iglesia deba guardar el Sábado ni circuncidarse o continuar con los sacrificios de animales.
Si entendemos correctamente que aunque la Biblia lo mencione, nosotros los cristianos no debemos cumplir con esas ordenanzas, porque son para la nación de Israel. Entonces ¿por qué los judaizantes de hoy insisten en incluir "algunos" mandamientos que claramente son para Israel y no para la iglesia?
No hay que ser muy observador para darse cuenta que justamente los que incluyen, son aquellos que les puedan reportar algún beneficio material, como el diezmo y la "fiesta de las primicias".
Ni los Pentecostales han mostrado interés alguno por añadir a sus iglesias la fiesta de Pentecostés, porque esa, ni ninguna de las seis restantes que se mencionan en Lv.23 les aportarían beneficio económico.
Si les preguntáramos ¿por qué no guardan la fiesta de Pentecostés, o la de los Tabernáculos, o la fiesta de las Trompetas? Ninguno titubearía en respondernos: "Porque esas fueron ordenanzas para Israel". Y ¿qué se podría decir entonces del diezmo y de la parodia que practican como fiesta de las primicias?
Todo lector imparcial de la Biblia tendrá que admitir que esas dos ordenanzas también fueron entregadas exclusivamente para Israel, y no para la iglesia. ¿O alguien se atrevería a decir que la fiesta de las primicias no corresponde a la ley?
La fiesta de las primicias, como las otras seis fiestas solemnes que se mencionan en Lv.23, corresponden al calendario judío, para celebrarlas UNA vez al año ¿Por qué los comerciantes de la fe acuñaron la frase: "Diezmos y primicias" y demandan su pago mensualmente en las iglesias?
Estos engañadores que han traído tanto desprestigio al evangelio, nos tienen acostumbrados con pasajes sacados de contexto para atemorizar al pueblo de Dios, sus favoritos son: Malq. 3:8 "Vosotros me habéis robado vuestros diezmos". 2Cor.9:7 "Dios ama al dador alegre".
Pero cortan y omiten mañosamente el resto del pasaje. Veamos lo que realmente dice Dios, y Ud. comprobará que lo que aseguran esos líderes, no corresponde a la enseñanza de la Biblia.
Recomiendo leer todo el capítulo 3 de Malaquías para una correcta interpretación:
Malq. 3:3 "...a los hijos de Leví"
4 "Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén"
6 "...por esto, hijos de Jacob" (los cristianos somos hijos de Dios)
7 "...os habéis apartado de mis leyes (las entregadas a Moisés)
8 "¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas".
9 "Malditos sois con maldición. Porque vosotros, la nación toda (la Biblia no llama a la iglesia "la nación", esto corresponde a Israel, a los hijos de Jacob, y jamás dice "maldito" a ningún creyente) me habéis robado".
12 "Todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréisTIERRA DESEABLE" (La iglesia será perseguida y aborrecida en este mundo, nunca será TIERRA DESEADA)
14 "Habéis Dicho...¿qué aprovecha QUE GUARDEMOS SU LEY?
CONCLUSIÓN: Esto lo está diciendo a los que guardaban Su ley, a los hijos de Jacob, a la nación de Israel; no a la iglesia.
Si Ud. consulta con una concordancia, comprobará fácilmente que todas las veces que se menciona el diezmo, siempre es para la nación de Israel.
En todo el Nuevo Testamento, donde se encuentran las instrucciones para la iglesia, aparece solamente tres veces, y nunca en conexión con la iglesia ni los cristianos.
En Lc.11:42 Jesús reprende a los fariseos hipócritas y les dice: "¡Ay de vosotros fariseos! Que diezmáis la menta, y la ruda, toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios".
El Señor está reprendiendo a los fariseos (que son israelitas y no cristianos), para reprocharles su hipocresía de preocuparse del diezmo, y no de la justicia y del amor de Dios. Esto nos suena muy familiar ¿verdad?
En el pasaje paralelo de Mateo dice a estos fariseos hipócritas representantes de la ley, y resulta curioso ver a muchos líderes religiosos de nuestros días, cómo se esfuerzan por identificarse con esos hipócritas para poder cobrar el diezmo, Mt.23:23 "Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque diezmáis la menta, y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante DE LA LEY: la justicia, la misericordia y la fe. Esto ERA necesario hacer, sin dejar de hacer aquello".
Es decir, sin dejar de hacer lo más importante que menciona el Señor: la justicia, la misericordia y la fe, porque ellos se estaban preocupando únicamente de lo material, el diezmo ¿O Ud. es de aquellos que le han creído a los mercaderes de la fe que lo más importante que se refiere el Señor y que no hay que dejar de cumplir era el diezmo? ¿La menta, y el eneldo y el comino?Por Jack Fleming
Resulta muy evidente, aún para el lector más obcecado defensor del pago del diezmo dentro de la iglesia, que lo que está diciendo el Señor y no admite otra interpretación posible, a no ser que desee intencionalmente torcer las Sagradas Escrituras, que aquello que dijo el Señor fue: "Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, porque diezmáis la menta, y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante DE LA LEY: la justicia, la misericordia y la fe. Esto (el diezmo: la menta, y el eneldo y el comino) ERA necesario hacer, sin dejar de hacer aquello". "Aquello" lo más importante que esos hipócritas habían dejado de cumplir que era: la justicia, la misericordia y la fe. No podría estar refiriéndose al diezmo, porque esos hipócritas aún lo seguían pagando.
Juzgue Ud. ¿Qué puede ser más importante para el Señor y que Él dice no hay que dejar de hacer? (Y note que dice "hacer" y no "pagar" como debería ser si es que el Señor se estuviera refiriendo al pago del diezmo para mantenerlo en la gracia para la iglesia) ¿El diezmo? (la menta, y el eneldo y el comino) ¿o la justicia, la misericordia y la fe?
Además resulta curioso, por decir lo menos, cómo estos pastores que obligan a sus congregaciones a pagar el diezmo, hoy en día, para no tener ellos que pagar "el diezmo de los diezmos", que es lo que debe pagar toda iglesia que pertenece a una organización; han decidido muchos de ellos retirar sus afiliaciones y seguir funcionando como "iglesias independientes", para de esta manera no tener que pagar ese "diezmo de los diezmos".
Al igual que en Heb.7:5, aquí vuelve a señalar que el diezmo ERA DE LA LEY. Dice textualmente "de la ley". Y en la última parte del versículo destaca que esto "ERA necesario hacer". No dice que ESnecesario hacer ¿por qué? Resulta evidente, porque eso era de la ley, y la ley corresponde al pasado, la gracia al presente. Ya no es necesario para la iglesia, porque Dios abolió la ley, en la cual como vimos, se incluye el diezmo.
Ahora está tratando con un pueblo espiritual, no uno terrenal como fue en el Antiguo Testamento al cual le ofreció bendiciones terrenales; por esta razón ahora debemos dar no por obligación, sino como cada uno ha sido prosperado y proponga en su corazón. El diezmo pertenece a la ley que fue abolida, la ofrenda voluntaria a la gracia en la cual se encuentra la iglesia. ¿Ud. está bajo la gracia o bajo la ley?
En Heb.7:5 dice: "Ciertamente los que de entre los hijos de Levíreciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo LOS DIEZMOS SEGÚN LA LEY". Claramente indica que los diezmos son: "según la ley". Era un mandamiento establecido en la ley.
La obligación de pagar los diezmos, siempre ha correspondido a los judíos, a los hijos de Leví, a los que están bajo la ley, y era para los sacerdotes que vivían en el tabernáculo y posteriormente en el templo. Por este motivo los judíos de nuestros días no cobran el diezmo en sus sinagogas, porque no existe el templo en Jerusalén; esto lo puede consultar con cualquier judío observante de su religión, pregúntele si pagan hoy en día el diezmo y se sorprenderá con su respuesta.
La única ocasión que se menciona el diezmo fuera de la ley, corresponde a UNA vez, cuando el padre de la nación de Israel, Abraham dio el diezmo después de la victoria sobre los reyes que habían llevado prisionero a su sobrino Lot. Fue una sola vez, y no un pago mensual, donde el Espíritu Santo tiene especial cuidado en establecer que "dio" en esa oportunidad el diezmo, pero jamás dice que "pagó el diezmo" como tuercen los falsos maestros de nuestros días. Inclusive en el Nuevo Testamento, en Heb.7:2 y 5, en ambos versículos dice que Abraham "dio" el diezmo. Y no se necesita un nivel educacional sobresaliente para reconocer la gran diferencia que existe entre "dar" como dice la Biblia, y "pagar" como adulteran los mercaderes de la fe.
En cuanto a Jacob, nunca dice la Biblia que cumplió esa promesa (como muchas otras) que hizo cuando huía de su hermano Esaú a quién había suplantado con engaño para obtener con astucia y fraude la primogenitura y bendición de su padre. Si él hubiera dado el diezmo, las Escrituras tendrían que decirlo y ¿A quién se lo hubiera entregado? Todo aquel que diga que Jacob pagó el diezmo, debería ser capaz de citar el pasaje de la Biblia donde dice que lo hizo y a quién se lo entregó.
En el caso de Abraham la Palabra de Dios dice claramente cuando lo hizo y a quién se lo dio, pero la promesa que expresó Jacob se pierde en el tiempo y todo lo que se diga al respecto, no es más que conjetura humana, especialmente de aquellos que tienen intereses particulares en esta materia, pero no podrán mostrar ningún pasaje que diga que Jacob pagó el diezmo, porque eso no aparece en la Biblia.
En Hebreos capítulo 7 también se indica con mucha precisión que ahora en la gracia, no existen los sacerdotes levitas, porque hubo un cambio de sacerdocio y de ley.
Heb.7:12 "Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley".
Además el Señor establece en Su Palabra que ahora en la iglesiaTODOS somos sacerdotes (Ap.1:6), no solamente los que somos pastores como también tergiversan.
Así que cuando Ud. escuche hoy en día a pastores que dicen que "ellos" son los levitas espirituales, sepa ciertísimamente que se encuentra ante un estafador, que con engaño está haciendo ganancias deshonestas.
Venido Cristo, hubo cambio de sacerdocio y de ley. Inclusive el mismo Señor Jesucristo no fue un sacerdote levita.
Estos son los únicos pasajes en todo el Nuevo Testamento donde se menciona el diezmo. Uno para reprender a los fariseos hipócritas, y otro para recordar a Abraham, el padre de la nación de Israel cuando en una ocasión "dio" el diezmo. Pero nunca se pidió a ningún cristiano pagar el diezmo. Jamás leemos "Oísteis que fue dicho a los antiguos que debían pagar el diezmo (la menta, el eneldo, el comino), mas yo os digo que vosotros ahora debéis pagar el diezmo, las primicias y las ofrendas todos los meses".
En el sermón del monte, donde el Señor confirmó las verdaderas demandas de la ley, no hizo ninguna mención al diezmo ¿piensa alguno que el Señor se olvidó de ese "detalle"?
Si el diezmo fuera una ordenanza para el cristianismo ¿no le parece extraño, que no se menciona ni una sola vez para la iglesia en todo el Nuevo Testamento?
Entonces ¿por qué las iglesias piden el diezmo? Inclusive en algunos lugares hasta publican listas con los morosos para humillarlos públicamente. También aquellos que se atrasan en sus pagos, son castigados separándolos de las actividades que desarrollan en la iglesia.
Aunque es una práctica sin ningún fundamente bíblico para la iglesia, insisten en mantenerla porque es muy lucrativa, esa parece ser la única razón por la cual cobran indebidamente el diezmo.
Esta exigencia que siempre está ligada a fuertes cadenas de superstición con las cuales estos comerciantes de la fe cuidan de atar a sus congregaciones, para atemorizar a los que pretendan escapar de esta "obligación", atemorizándolos con todos los males del infierno que le vendrán si no cumplen con este "deber", y prometiéndoles que las ventanas de los cielos se les abrirán si pagan; sólo puede ser comparada a las practicas gansteriles que realizaba la mafia en los tiempos de Al Capone, obligando a sus víctimas a pagar por su "protección". Quienes no se doblegaban a sus exigencias, quedaban expuestos a las más crueles y brutales consecuencias, todos los ciudadanos honestos debían pagarles mensualmente parte de sus ganancias, para no exponer sus vidas, sus familias y sus negocios.
Para asegurar este pago de "protección" que exigen en la mayoría de las iglesias de nuestros días y no ser alcanzados por ninguno de los "males" que le sobrevendrían si no cumplen con ese pago, no solamente recurren a las estrategias de publicar listas con los morosos, hacer pasar adelante a los que están al día con sus diezmos para estimular su ego y dejar en las bancas a los que están atrasados; sino que el mayor éxito lo han conseguido a través de la superstición y el temor, donde también los "profetas" y agoreras tienen una gran participación con historias que inventan.
Enseñan además en sus iglesias que si alguien no paga el diezmo, le está robando a Dios, y que los ladrones no entrarán en el reino de Dios. Claramente están diciendo que si alguien no paga, no es salvo y en consecuencia se irá al infierno.
Los atemorizan con historias que inventan sobre tragedias que supuestamente le han acontecido a aquellos que no han pagado sus diezmos, o como las ventanas de los cielos se han abierto en bendiciones sobre los que están al día en su pago. Conectan todo lo bueno y lo malo que el ser humano pasa en esta vida terrenal, a una consecuencia directa del diezmo; todo gira en sus vidas supersticiosas en torno a la consecuencia del pago del diezmo.
El ser humano, sea creyente o inconverso, debe necesariamente enfrentar enfermedades (Pablo decía: ¿quién enferma y yo no enfermo?), dificultades y complicaciones que son inherentes a la vida normal, y algunos hasta extremos muy especiales como Job. Pero estos engañadores los convencen que es una consecuencia de no haber pagado sus diezmos, y por el contrario, todo éxito y todo lo bueno que les pueda acontecer, es debido a que están al día en sus pagos. Es una estrategia que se asemeja a las "mandas" de los católicos, o la venta de indulgencias que inventó esa iglesia romanista.
Cualquiera persona que no se haya dejado atemorizar con estas artimañas (aún los inconversos con un criterio formado), tendrá que admitir que el dios que estos líderes religiosos presentan, es un dios que está más interesado en el dinero que en las almas, y que eso no corresponde al Dios que enseña la Biblia.
Los apóstoles condenaron duramente a los que pensaron que podían manipular o influenciar a Dios, por medio del dinero.
Hch.8:20 "Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero". Y cuantos en el día de hoy hacen donaciones para que les vaya bien (sanar, conseguir trabajo, solucionar un problema familiar o hasta amoroso como lo hacen los brujos), lo emplean como una cábala, un instrumento para la buena suerte; eso es pagar una "manda", pretenden comprar el favor de Dios. El Señor de la gloria no es un limosnero.
El diezmo fue una disposición divina para sostener a los sacerdotes levitas, que por ordenanza de Dios, no podían poseer bienes materiales, ninguna propiedad (casa, terrenos, animales, etc.) Y esta era la razón por la cual el diezmo debía ser entregado en especies, NUNCA en dinero.
El pago del diezmo corresponde plenamente al carácter de la ley, los judíos debían primeramente cumplir para luego recibir la bendición. Y estas bendiciones siempre fueron ofrecidas a ellos en cosas materiales.
Dt.28:2 "y vendrá sobre ti estas bendiciones:...más tierras, más animales, más frutos, más hijos, más siervos". Este es el motivo por el cual todos los hombres fieles del Antiguo Testamento, fueron personas muy ricas.
A diferencia de esto, en la gracia, no existe el pago del diezmo ni la promesa de que recibiremos más prosperidad terrenal, por el contrario, ahora nos manda a que no nos hagamos de tesoros aquí en la tierra, sino en el cielo. Las recompensas que espera el verdadero creyente se encuentran en las moradas celestiales que Cristo fue a prepararnos, no acá en la tierra.
Ninguno de los hombres fieles de la iglesia ha llegado a ser rico como consecuencia de su fidelidad. El mismo Señor Jesucristo nos dejó un vivo ejemplo de austeridad, que siendo rico, se hizo pobre; pero obviamente no porque tuviera algún pecado, como mienten con sus estrategias los comerciantes de la fe.
Los primeros cristianos donaron todo a la iglesia, incluyendo sus casas, pero ninguno de ellos llegó a ser rico, como falsamente les prometen hoy los exponentes del evangelio de la prosperidad.
La iglesia siguió durante tres siglos sufriendo pobreza y persecuciones, hasta que se corrompió casándose con la Roma pagana en los días de Constantino, sólo entonces comenzó a enriquecerse.
En el cristianismo no "pagamos" porque sea una obligación ni esperando recibir más. Ahora damos libremente por amor, como propongamos en nuestros corazones.
Si alguien le dice que tiene que pagar el diezmo, entonces ya no sería libremente como propuso en su corazón, sino que sería una imposición.
Si el diezmo no es para la iglesia ¿cómo se financia? Dios ha dejado instrucciones claras y precisas en Su Palabra, nada ha quedado a nuestro criterio.
La gran mayoría puede citar solamente una frase de 2Cor.9:7 "Dios ama al dador alegre" porque eso es lo único que le han enseñado, y esto es porque no escudriñan las Escrituras como lo mandó el Señor.
El versículo completo dice: "Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad (por ejemplo, para ser sanado o conseguir algún otro favor), porque Dios ama al dador alegre".
Esta es la voluntad de Dios: "Cada uno  (no dice que pague) como propuso en su corazón".
En 1Cor.16 añade: "cada primer día de la semana (el Domingo) cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado".
Si alguno tiene duda cuál es el primer día de la semana, solamente debe consultar con un diccionario y buscar la palabra: Domingo.
El creyente ahora en la Gracia debe dar (no pagar), sin esperar recibir algo a cambio, libremente por amor, según lo que haya prosperado. Lo deberá hacer cada día Domingo (no todos los días de la semana), porque es anti bíblico recoger ofrendas en todas las reuniones, especialmente si son reuniones públicas donde se encuentran visitas presentes que vinieron a escuchar la Palabra, que debería entregarse de gracia (gratuitamente) como ordenó el Señor.
Estoy seguro que si no recogieran ofrendas en todas las reuniones, y lo hicieran como el Señor lo mandó, estos mercaderes de la fe no estarían interesados en realizar reuniones casi todos los días de la semana, y en muchos lugares hasta dos o tres veces por día.
El Señor nos manda que cuando demos, no seamos como los hipócritas, que dan para ser vistos; les gusta pasar adelante con el dinero en la mano para que todos lo vean. A diferencia de esto, el verdadero cristiano no hace tocar trompetas para que todos sepan, Jesús dice que esos hipócritas ya tienen su recompensa, la admiración de los hombres.
El Señor manda que cuando demos algo, que ni tu izquierda sepa lo que ha dado tu derecha.
RESUMEN:
1.- El diezmo fue ordenado por Dios entregarlo en productos a los sacerdotes levitas, NUNCA en dinero, porque era para su sustento diario, no para tener bienes y menos aún para acumular dinero, porque ellos no podían poseer propiedades.
2.- El diezmo "era" de la ley (Mt.23:23). "Según la ley" (Heb.7:5).
3.- En la Gracia debemos ofrendar todos los días Domingo, libremente, como cada uno propuso en su corazón, sin que tu izquierda sepa lo que ha dado tu derecha.
El verdadero cristianismo se basa en lo que Dios ha dicho, jamás en lo que NO ha dicho. Aún el padre de mentiras le decía al Señor: "escrito está". Y el argumento del Señor siempre fue: "escrito está".
Lo que siempre caracterizó a un verdadero profeta de Dios, era que decía: "Así ha dicho el Señor". Hoy los falsos maestros han llegado a la necedad, debido a que no existen versículos de la Biblia que les autorice a pedir el diezmo; pretenden justificar sus prácticas inmorales con un argumento que sólo puede ser aceptado por personas muy fanáticas o ignorantes, dicen: "Muéstrennos un versículo de la Biblia que prohíba cobrar el diezmo".
Con este dicho están haciendo público que el diezmo no es algo que Dios ha mandado para la iglesia, porque son incapaces de mostrar un solo versículo que les autorice, y se ven forzados a torcer el argumento recurriendo a lo que la Biblia NO DICE. Sería lo mismo que un drogadicto se justificara diciendo que en la Biblia no existe un versículo que prohíba la marihuana, o que un católico justifique el credo de los romanistas que María murió, luego resucitó y subió al cielo con cuerpo glorificado, como lo aseguró el Papa Pío XII en el año 1950, total como la Biblia no dice lo contrario, habría que aceptarlo.
Pero todo creyente sincero sabe perfectamente que el cristianismo descansa en lo que la Biblia dice, jamás en lo que NO dice, de lo contrario sería mandamiento inventado por hombres, y Ud. ¿a quién desea obedecer? ¿A Dios, o a los hombres? Seguramente que los tales en su ignorancia desconocen lo que le sucedió a Nadab y Abiú (Lv.10:1-2) por ofrecer fuego extraño que Dios nunca mandó.
¿No desea liberarse de las ataduras de la superstición con que los mercaderes de la fe han amarrado esa obligación impuesta por ellos?
Aprenda a dar libremente por amor, sin esperar nada a cambio. Hágalo sin que su izquierda sepa lo que ha dado su derecha, eso es dar verdaderamente porque amamos al Señor, y no para ser vistos por los hombres. Hágalo sin hacer tocar trompetas como los hipócritas, no esperando recibir nada a cambio, porque no se puede "comprar" el favor de Dios. El Santo no se puede manipular, menos con algo como el dinero.
Quizás llegue a dar lo mismo que el diezmo o más, pero la gran diferencia está en que no será una carga impuesta y la recompensa vendrá del Señor, de lo contrario todo ese esfuerzo será quemado como paja en el tribunal de Cristo.
Tampoco es suficiente que usted se engañe diciendo que el diezmo que doy, es mi ofrenda para el Señor; eso es adormecer su conciencia para eludir su responsabilidad de enfrentarse a la práctica impuesta por los hombres, despreciando lo que el Señor realmente ha mandado. El diezmo no es lo mismo que la ofrenda, uno pertenecía a la ley ("era según la ley"), y la ofrenda corresponde a lo que el Señor ha dispuesto para la iglesia en la Gracia.
No se haga cómplice sustentando un sistema corrupto, porque Ud. deberá dar cuenta un día de cómo ha gastado lo que el Señor le ha confiado. Que su ofrenda sea limpia, sin contaminaciones de sistemas corruptos impuestos por hombres. No presente "fuego extraño que Dios no ha mandado".
Ninguna ofrenda debe tener ingredientes que Dios no ha mandado, de lo contrario, no será acepta por el Señor. Lv.2:11 "Ninguna ofrenda que ofrecieres a Jehová será con levadura ni miel". La levadura es figura del pecado; la miel representa la dulzura del sistema del mundo, Dios no se agrada en aquello, aunque a Ud. le resulte muy dulce.
Obedezca a Dios antes que a los hombres, y finalmente recibirá la bendición del Señor: "Bien, buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor" Que así sea, MARANATHA.