lunes, 13 de abril de 2015

MARIELA, CUANDO DEJAMOS DE SER ÍNTIMOS.Cuentos del Pastor

Mariela, entró por primera vez a la consulta acompañada de su marido, y de su pequeño hijo.
La excusa de llegar fue el pequeño, quien no presentaba interés por los estudios; su rendimiento escolar había disminuido, y llamado la atención de todos.
Luego de varias citas con el pequeño, este fue un extracto del informe que se presentó a la institución educativa:
“Matías no está dispuesto a abandonar la perfección narcisista de su niñez -aun cuando lo quiere- debido a que siente gran responsabilidad de seguir cubriendo las expectativas de sus padres; quienes mostraron interés y frustración, por no poder tener otros hijos. Matías, quiere seguir ofreciendo un niño a sus padres.”
El comportamiento del pequeño no era la causa, sino los síntomas del problema.
Mariela, pasó a la consulta, y después de varias entrevistas dijo:
-Antes de conocer a mi esposo, quedé embarazada de una relación ocasional y decidí abortar. Cuando él apareció, me enamoré por primera vez. No tuve la valentía de decirlo, y él cree que fue mi único hombre. Este secreto, sumado a que no puedo darle más hijos me está matando.
Creo que estoy pagando por mi pecado.
Nunca pude sincerarme con mi esposo en otros temas importantes tampoco. No me siento unida a él. Ahora Matías está creciendo, y siento que lo único que nos hace estar juntos, está desapareciendo.
Quisiera que Matías no creciera, eso haría más fácil nuestra relación. Ya no encuentro excusas y motivos para conversar con mi esposo. No tenemos conexión.
Reflexión:
El caso de Mariela se multiplica por millares.
Las relaciones de pareja se han vuelto cada vez menos puras, confidentes, y sinceras.
En el matrimonio, un secreto guardado mina la relación; y esto es el caldo de cultivo para fomentar otras reservas.
El resultado de esto, será una ausencia de compromiso con la verdad completa, y un individuo lleno de temores y dudas.
Las sospechas y los celos, no tardarán en aparecer como fantasmas persiguiendo al no confidente; y es cuestión de tiempo, para que el desgaste propio de la rutina, termine venciendo ésta debilitada relación.
La fe, nos ha llevado a una relación de pareja con el Creador.
La Iglesia es la esposa del Cordero. Y si nuestro modelo de pareja tiene estás fisuras, posiblemente también hagamos replica en lo espiritual.
Como Mariela a veces pensamos, que el Señor no soportaría vernos, aceptarnos, y mucho menos amarnos por nuestros errores pasados. Que debemos pagar las consecuencias de nuestros pecados, y que hay cosas que debemos atender por nuestra cuenta.
Pero esta lejanía propuesta desde nuestra ignorancia, nos deja en la misma situación que nuestra amiga.
Comenzamos a tener “actividades” para Dios (hijos), como la excusa del encuentro y la relación con Él; en vez de animarnos simplemente a ser sus íntimos, nos alejamos buscando otros puntos de contacto.
Esta distancia sin duda trae soledad, dudas, celos, temores y sospechas.
Sentimos que Dios hace distinción de personas, y que ya nada es igual con nosotros. Finalmente dejamos de sentirnos su amada esposa, y no podemos recibir su cuidado inmenso de amor.
Si algo debemos recordar, es que Él nos amó desde el principio, y que su propósito es rescatarnos y redimirnos.
Esto quiere decir que, no le ofenden nuestras miserias, y por el contrario quiere ayudarnos a vencerlas.
Nunca podremos ofrecer un sacrificio que termine con el pecado, y debemos acabar con la idea de ser los que tienen que sufrirlo. ¡Esto ofende a la cruz y a la sangre de Cristo!
Volvamos al principio. Al anhelado encuentro donde no hay reservas ni secretos, es la base para una relación duradera.
Desde su lugar El nos dice:
“YO CONOZCO TUS OBRAS, Y TU ARDUO TRABAJO Y PACIENCIA; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y HAS SUFRIDO, Y HAS TENIDO PACIENCIA, Y HAS TRABAJADO ARDUAMENTE POR AMOR DE MI NOMBRE, Y NO HAS DESMAYADO.
PERO tengo contra ti, que HAS DEJADO TU PRIMER AMOR.
RECUERDA, POR TANTO DE DÓNDE HAS CAÍDO, Y ARREPIÉNTETE, Y HAZ LAS PRIMERAS OBRAS; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.” Ap 2. 2-5
Pastor Rubén Herrera

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