miércoles, 22 de abril de 2015

Cuentos del Pastor MARIA ROSA, CUANDO EL MENSAJE ES EQUIVOCADO

Me presentaron a María Rosa, casi comenzando el servicio; así que no hubo oportunidad de conversar. 

Sus amigas le habían hablado del Señor; y aunque no tuvo buenas experiencias con otros “pastores”, se sobrepuso buscando una solución y una nueva oportunidad a su problema.

Allí estaba ella, sentada dos filas sobre el costado izquierdo, siguiendo atenta cada palabra.
Durante la prédica, note que estaba siendo alcanzada por el mensaje. Su rostro se iluminaba, como encontrando una renovada esperanza.

Al finalizar la reunión pidió hablar de su tema: Uno de sus hijitos, el mayor de ellos, requería atención terapéutica.
Hablamos del pequeño, y al finalizar le presenté el mensaje de salvación.

Cuando le invite a recibir a Cristo, me dijo que quería hacerlo; que sabía que era lo correcto y que lo necesitaba, pero que por ahora no estaba dispuesta a “sufrir” y “pasar por ese dolor”. Que sería mejor en otro momento.

La mire sorprendido. ¿Había escuchado bien? Ella dijo: ¿Pasar por ese dolor? ¿Sufrir, por recibir a Cristo?

Le pregunte:
-María ¿Que te hace pensar eso? ¿De dónde has sacado eso de sufrir y de padecer dolor?

Ella respondió:
-He visto lo que pasa en una Iglesia evangélica cerca de mi casa. Las personas que reciben a Jesús caen al suelo, les toma dolor de estomago, vomitan, enloquecen y terminan mal. ¡Yo no quiero eso para mí! No ahora, quizás más adelante.

Lo que María Rosa estaba describiendo era una manifestación satánica. Le explique que no era algo común. Que sólo algunas personas que han estado vinculadas directa, o indirectamente en el ocultismo lo padecen.

Pero ella insistió diciendo:
-El otro pastor, me dijo que si yo no pasaba por eso, no sería salva.

Le hablé del Dios amoroso, y de cómo Él cuida y protege a los suyos.
Le dije que no era verdad que el Señor requiera de ese dolor, que Él envió a su Hijo quien ya padeció llevando nuestros dolores.
Insistí con otras explicaciones, pero todo resultaba una pérdida de tiempo. Toda explicación parecía inútil. La mentira, y la falsa doctrina estaban fuertemente instaladas.

María Rosa, salió sin hacer su oración de fe. Aunque con la promesa de pensarlo, y volver al servicio siguiente.

La situación me hizo sentir una tremenda impotencia; y un triste recuerdo vino a mi memoria:
Era la década de los ochenta; recién se descubrían los mensajes subliminales en la música secular, y se había hecho popular hablar del tema.
Fue entonces, que me preparé para predicarle a un compañero de secundaria, el muchacho estaba fuertemente influenciado por el rock pesado.
Cuando terminé mi exposición, y le hice la invitación para recibir a Cristo, el dijo lo siguiente:
-¿Cómo tengo que hacer para hacer un pacto con el diablo?

Esto me desconcertó totalmente.
¿Cómo estaba preguntándome esto tan opuesto a mi mensaje? ¿Cómo se había logrado aquello, que era tan contrario a mis intensiones?

Pero luego analizando cada parte del mensaje, descubrí mi error. Había hablado tanto de Satanás, y de lo que él hacía con los famosos, que todo colaboraba a favor del maligno. Al Señor pocas veces lo había mencionado, y era lógico que los favores ofrecidos del diablo representaran toda una tentación.

Reflexión:

Me pregunto, si estamos conscientes de lo que estamos provocando con tanta difusión de las obras del diablo.

A veces pienso que muchos de nosotros se ha pasado la vida hablando más de lo que él maligno hace, que de lo que Jesús hace.
¡Esto es terrible!
El enemigo tiene más predicadores infundiendo miedo en medio de nosotros, que en sus propios lugares de tinieblas.

Cristo Jesús debe volver rápidamente a la escena.
Necesitamos con urgencia cambiar el mensaje. ¡El debe ser el conocido!

No justifico la decisión de María Rosa, y de mi compañero de secundaria; pero se entiende que estamos dando una idea equivocada, que dispara en contra del propósito de salvación y vida eterna de las almas.

¡Hay cultos que le oramos más a Satanás que al Señor!
La nefasta persona del mal, ha ocupado el primer lugar en nuestras reuniones.
La gente mira para todos lados tratando de encontrar al diablo, en vez de encontrar a Jesús.
Algo estamos haciendo mal.

La primera iglesia no daba seminarios de demonología, predicaba a Cristo y a este crucificado.
Jesús era la predicación.
El era la estrella, y había tanto para contar que Juan dijo que no alcanzarían los libros del mundo para escribir lo que Él hizo. (Jn 21. 25)
Lamentablemente si no le vivimos, y si no tenemos comunión con Él, poco podemos hablar de Él. Y tal vez eso sea lastimosamente nuestra realidad el día de hoy, que sólo nos pasamos hablando de quien nos es más familiar (el otro).

Jesús dijo:
“¿Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca” Mt. 12.34

Y Pedro dijo:
“Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos, Amén”. 1 Pe 4.11

Pastor Rubén Herrera

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