lunes, 6 de abril de 2015

Cuentos del Pastor:TOTI por Pastor Rubén Herrera

Cuando llegaron esa noche a la campaña evangélica, lo hacían al último lugar que les quedaba. Toti en la fase final del cáncer, y su abnegado esposo Alberto, habían intentado todo cuanto se podía.

Esa noche fue especial para los dos que pasaban al frente a recibir a Cristo; y a partir de eso, Toti decidió cambiar el rumbo de los restantes días.

Cuando conocí a Toti estaba esperándonos en su casa, preparada para asistir a su última noche de campaña.
Congeniamos muy bien desde el principio. A ella le encantaban las canciones, y en las visitas me quería escuchar cantar.
La Biblia pasó a ser su hábito de lectura; de hecho leer era algo muy importante para ella.

Un día de fuertes dolores encontró el pasaje que decía:

“¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿ESTÁ ALGUNO ENFERMO ENTRE VOSOTROS? LLAME A LOS ANCIANOS DE LA IGLESIA, Y OREN POR ÉL, UNGIÉNDOLE CON ACEITE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR. Y la oración de fe salvará al enfermo, Y EL SEÑOR LO LEVANTARÁ; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados.”
Stgo 5. 13-15

Y Toti no dudó en llamar a los ancianos de la iglesia, para que le ministraran oración.
En nuestra congregación, bastante conservadora por cierto, ésta no era una práctica común. Pero Toti no lo sabía, y en su ingenuidad puso en apuro -creo que por primera vez- a estos hombres de fe que ahora debían probar la Palabra.

Llegaron para ungirle con todo el temor del mundo.
En la habitación Toti los escuchó y levantando también su voz hizo su pedido:
-Señor, si puedes hacerlo.., me gustaría que me dieras treinta días con mi esposo y mis pequeños.
Los ancianos oraron por ella, y se retiraron pensando: -¿Qué resultaría de todo esto?

Toti se levantó al otro día muy saludable; y fui testigo de esos maravillosos momentos que le dedicó a la familia.
Sus dolores se atenuaron, y ganó peso casi hasta su valor normal.
Lavó ropa a mano, les cocinó, limpió las habitaciones, y se detuvo con cada uno de sus pequeños hijos; dejo también en sus vecinos una marca imborrable desde el más profundo afecto.

Cumplidos los días pedidos, Toti cayó en cama, se despidió de todos y durmió en el Señor.

Reflexión:

Si algo rescato de la historia de Toti, es su piadosa resignación para lo inevitable y la sabiduría para invertir el tiempo que restaba.
Su sencilla fe, no veía limitaciones a la Palabra. Simplemente creía lo escrito.

¿Cuántos cuestionamientos nos surgen siendo “crecidos”?, y ¡qué lección nos dan estos “pequeños” en la fe!

Su inversión final, fue una lección de prioridades también para mí:
Treinta días con su familia, con la Palabra, con los hermanos, y con la adoración. Y realmente, ¿qué mejor inversión se podía hacer?
Al cruzar la línea ya no tendría éstas cosas.

Toti, pudo hacer lo posible en un tiempo imposible. La fe fue el punto de partida para ordenar y ajustar prioridades.

Si tuviéramos en cuenta el tiempo que nos resta, me pregunto si continuaríamos dando lugar a estás cosas que hoy son prioridad en nuestras vidas. De hecho, muchos de nosotros nunca pensamos en el final inminente que nos está signado.

Santiago nos aconseja:

“Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías. A estos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan; pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos.”
1 Pe 4. 3-5

Pastor Rubén Herrera

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