lunes, 1 de junio de 2015

El caso para el castigo eterno...Un estudio bíblico por Jack Kelley

Y saldrán, y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará, y serán abominables a todo hombre” (Isaías 66:24).
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12:2).
Entonces dirá también a los de la izquierda: ¡Apártense de mí, malditos! ¡Vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles! Entonces éstos irán al castigo eterno, y los justos irán a la vida eterna” (Mateo 25:41, 46)
Luego la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Todos los que no tenían su nombre registrado en el libro de la vida fueron lanzados al lago de fuego” (Apocalipsis 20:14-15).
Durante la mayor parte de la existencia humana la creencia de que el castigo para las personas incrédulas es eterno se tomó por sentado. Los versículos anteriores son la base para este punto de vista. Se llegó a conocer como el punto de vista tradicional del infierno.
Recientemente un punto de vista alternativo, llamado el punto de vista condicional, ha salido a escena. Este punto de vista se basa principalmente enApocalipsis 20:12 que dice que los muertos no salvos serán juzgados según sus obras. Los proponentes del punto de vista condicional interpretan este versículo como que significa que así como ninguna persona incrédula puede ir al cielo, su castigo en el infierno se basará en la calidad de sus vidas mientras estuvieron en la Tierra. Alegan que las personas que llevaron una vida meritoria en la Tierra pero no son creyentes recibirán un castigo menos severo durante un tiempo más corto que, por ejemplo, Hitler o Stalin, antes de ser destruidas del todo. Alegan que este punto de vista tiene más sentido porque muestra a Dios ser justo, haciendo que el castigo sea de acuerdo al crimen, por decirlo de una manera, antes de acabar del todo, de manera misericordiosa, con su existencia.
Por encima eso parece tener sentido y algunas personas se sienten más cómodas con este punto de vista que con el punto de vista tradicional el cual parece ser demasiado severo para ellas y no sirve de ningún propósito sino hacer que la gente sufra. Pero ¿es el punto de vista condicional el resultado de una mayor ilustración a nuestro entendimiento de las escrituras, o solamente otro intento en la larga lista para escribir de nuevo la palabra de Dios y que sea un documento más suave y amable en cuanto se relaciona con las personas que lo rechazan a Él?
Mis caminos no son los caminos de ustedes
Un vistazo más detenido revela que la idea de un infierno condicional decididamente está predispuesta en favor de la cosmovisión de los incrédulos. Los defensores del infierno condicional dicen, “Todo lo que ellos hicieron fue no creer que Jesús murió por ellos. Aparte de eso muchas personas incrédulas trataron de vivir una vida buena y ayudaron a un buen número de personas en su camino. ¿Por qué van a merecer el castigo eterno?” (Observe el énfasis en las buenas obras aquí.)
Lo que estas personas parece que no realizan es que sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). Ninguna cantidad de buenas obras y amabilidad hacia los demás podrá cubrir la deficiencia de la incredulidad. La verdad es que habrán fracasado en cumplir lo único que Dios requiere de ellas.
Entonces le dijeron: «¿Y qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?»
Jesús les respondió: «Ésta es la obra de Dios: que crean en aquel que él ha enviado.» (Juan 6:28-29).
Si Dios va a juzgar a las personas incrédulas por cómo hicieron la obra que Él requirió de ellas, eso terminará rápidamente porque sin la fe en Jesús aún lo bueno que pudieron haber hecho es considerado una maldad ante los ojos de Dios. ¿Cómo sé eso? Lea las palabras del mismo Señor.
En aquel día, muchos me dirán: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Pero yo les diré claramente: Nunca los conocí; apártense de mí, obreros de maldad” (Mateo 7:22-23).
Esas personas alegarán que han hecho milagros en Su nombre, pero el Señor negará siquiera haberlos conocido, llamándolos obreros de maldad. ¡Hasta aquí el valor de una vida meritoria aparte de la fe en Él!
Y en Juan 15:5 Él dijo, “Yo soy la vid y ustedes los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí ustedes nada pueden hacer.
Las personas incrédulas no creen que rechazar al Señor sea una gran cosa porque no se dan cuenta que el rechazo en Su sacrificio por sus pecados tiene consecuencias eternas. Debido a su incredulidad solamente están pensando en términos de un lapso de vida de 70 a 80 años, y no en una existencia eterna. Así que echémosle un vistazo a esto desde la perspectiva eterna y tratemos de entender lo diferente que eso es.
Primero entendamos que a un hombre que es ejecutado o pasa toda su vida en prisión por haber matado a alguien, no se le está enseñando que matar es malo. Él está sufriendo las consecuencias de su crimen por haber perdido el balance de su vida física. Eso es una adaptación del mandamiento jurídico bíblico de una vida por una vida (Levítico 24:17). En la Tierra nosotros estamos en un ambiente físico por eso es una vida física por una vida física.
Pero una persona que rechaza el perdón que Dios le ha proveído, en efecto ha asesinado su propia alma y espíritu. Ambos son eternos, así que debe de haber una consecuencia eterna de acuerdo al crimen. Nuestros cuerpos físicos solamente tienen la intención de servir un propósito temporal, y eso es el albergar la parte eterna de nosotros durante un rato. Comparado a nuestra existencia eterna, matar nuestra existencia física es una infracción menor. Rehusar aceptar la obra completa del Señor en la cruz como pago completo por nuestros pecados es un crimen en contra de nuestra vida eterna y por lo tanto el único castigo justo es el castigo eterno.
¿Todas las personas están destinadas al infierno?
Recientemente alguien me desafió a demostrar en la Biblia que toda la humanidad está destinada a irse al infierno. Él dijo que con eso él quería decir un lugar real en donde uno pasaría toda la eternidad. Esta persona, como muchas otras, no se da cuenta que el infierno no es un destino eterno, sino solamente un lugar temporal de tormento mientras uno espera su juicio final. Entonces primero veamos si existe un lugar que dice que todos están destinados al infierno.
Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un solo hombre, y por medio del pecado entró la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12).
Una lectura superficial de este versículo puede hacer que uno concluya que Pablo solamente estaba hablando de la muerte de un cuerpo físico aquí. Después de todo fue el pecado que entró en el mundo el que causó que la vida del ser humano cambiara de inmortal a mortal.
Pero si continuamos leyendo y tomamos todo el pasaje en su contexto vemos que Pablo no estaba solamente halando de la muerte física. Por ejemplo, enRomanos 5:18 él escribió, “Así que, como por la transgresión de uno solo vino la condenación a todos los seres humanos, de la misma manera por la justicia de uno solo vino la justificación de vida a todos los seres humanos.”
Aquí podemos ver que él tenía que estar hablando acerca de la vida eterna porque el único acto de justicia del Señor no previno que los cuerpos físicos de las personas creyentes no murieran.
Por consiguiente, puesto que todos somos pecadores todos estamos condenados. Pero al aceptar la muerte del Señor como pago total de nuestros pecados es que nosotros podemos escapar la condenación y la muerte y en su lugar, recibir la justificación y la vida eterna.
¿Qué dice la Biblia?
La narración del hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31) nos brinda el cuadro más claro en la Biblia de lo que sucede después que morimos. A comparar lo que les sucedió a estos dos hombres, la diferencia en sus experiencias se hace obvia.
Cuando Lázaro murió fue llevado a un lugar que los judíos llaman el lado de Abraham porque Abraham, padre de los que tienen fe, estaba allí para consolarlos. Pero cuando murió el hombre rico se fue al infierno (en griego hades). Abraham y el hombre rico podían verse mutuamente y comunicarse entre sí, así que por eso sabemos que el lado de Abraham y el Hades estaban localizados en un lugar general.
En el Antiguo Testamento estos dos destinos eran conocidos con un solo nombre, Seol, la “morada de los muertos.” Después de morir, todas las personas iban a ese lugar. Es a dónde el espíritu de Jonás fue mientras su cuerpo languidecía en el vientre del gran pez (Jonás 2:2, 6).
Del Nuevo Testamento sabemos que el Seol contenía dos compartimientos los cuales estaban separados por un gran abismo, imposible de cruzar (Lucas 16:26). A un lado estaba el lugar de consuelo a dónde iban las personas creyentes a esperar que el Cielo fuera abierto después de la cruz. Es en este lugar dónde Lázaro se encontraba. En el idioma griego se le llamaba Paraíso, un nombre que evocaba recuerdos del Jardín del Edén.
El otro lado era un lugar de tormento reservado para las personas incrédulas, y allí es adónde se encontraba el hombre rico.
Después de Su resurrección, Jesús se llevó con Él los espíritus de las personas creyentes del Paraíso al Cielo (Efesios 4:8). Las que se encontraban en el infierno permanecerán allí en tormento hasta el juicio al final del Milenio, el cual está a más de 1000 años de nuestro tiempo. En ese momento, Apocalipsis 20:14 nos dice que la muerte y el Hades entregarán sus muertos y cada persona será juzgada según lo que haya quedado anotado en los libros que se guardan en el Cielo. Todas las personas cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida serán lanzadas al lago de fuego, lo cual es la segunda muerte. El lago de fuego es el destino final de todas las personas incrédulas. Ahora veamos por cuánto tiempo van a permanecer en ese lugar.
Al momento de la 2da Venida, el Señor conducirá el juicio de todos los seres humanos que todavía están vivos en la tierra (Mateo 25:31-46). Las personas de todo el mundo serán traídas ante el Señor para que Él determine la condición espiritual de ellas. A quienes Él juzgue como personas creyentes serán bienvenidas en el Reino Milenial (Mateo 25:34) para repoblar la tierra. Las personas que no lo son serán removidas y llevadas al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles (Mateo 25:41). Apocalipsis 19:20 y Apocalipsis 20:10nos dicen que eso es un lago que arde con fuego y azufre, mientras queApocalipsis 20:14 simplemente lo llama el lago de fuego. Se refieren al mismo lugar, el destino final de todas las personas incrédulas.
Es un error solamente leer Apocalipsis 20:10 y llegar a la conclusión de que solamente el diablo, el anticristo y el falso profeta serán atormentados para siempre. Es un error solamente leer Mateo 25:46 y concluir que únicamente las personas sobrevivientes incrédulas de la tribulación serán castigadas para siempre. Y es un error solamente leer Daniel 12:2 y concluir que únicamente las personas incrédulas de tiempos del Antiguo Testamento son las que sufrirán vergüenza y confusión perpetua (aborrecimiento). Todas las personas incrédulas de todas las épocas irán al mismo lugar, el lugar de castigo eterno, y todas sufrirán eternamente.
Y eso no es todo
Pero todavía hay un argumento legal más poderoso para el castigo eterno el cual durante siglos fue modelado en la existencia humana también. Hasta mediados del siglo 19 era una práctica común en muchas partes del mundo encarcelar a una persona por no poder pagar sus deudas. El tiempo en la cárcel no era un método alternativo para pagar las deudas, sino era la consecuencia que sufrían por su incapacidad de poder pagarlas. No importa cuánto tiempo pasaban encarceladas, las personas todavía debían lo mismo de la deuda que tenían como en el primer día detrás de las rejas. Solamente podían ser liberadas al pagar el dinero que debían. Jesús se refirió a esa práctica en Su parábola de los dos deudores (Mateo 18:23-35)
Y es lo mismo con nuestros pecados. El castigo no es un método alternativo que las personas incrédulas puedan usar para pagar el castigo por sus pecados, sino que es la consecuencia que sufrirán por su incapacidad de poder pagar el castigo. No importa por cuánto tiempo sufran en la eternidad, todavía deberán el mismo castigo como cuando empezaron en el primer día. El único pago aceptable por el pecado es la sangre de una persona inocente, y nada más será suficiente. Hebreos 9:22 explica que sin derramamiento de sangre no hay perdón. Por consiguiente, nadie podrá pagar su deuda por medio del sufrimiento.
Este es el error fatal del concepto católico del purgatorio. Consiste en que una persona que muere con ciertos pecados no confesados puede pagar con su sufrimiento el castigo de esos pecados y las oraciones intercesoras de parientes vivos para poder calificar y entrar en el cielo. Pero solamente hay una manera para que los seres humanos puedan calificar para entrar en el cielo, y esa es aceptando la sangre de Jesús como el pago completo por nuestros pecados (Juan 3:3). Una vez que hacemos eso, todos nuestros pecados quedan cubiertos (Colosenses 2:13-14). Pero tenemos que hacerlo antes de morir (Hebreos 9:27) pues de otra manera ya es demasiado tarde.
También es un error en el punto de vista condicional del infierno. Si la sangre de Jesús es la única manera de ser liberados del castigo por nuestros pecados, entonces no existe ninguna liberación para quienes lo rechazan. No importa lo numerosas o notables que hayan sido las “buenas obras” que las personas incrédulas hayan realizado durante sus vidas, las mismas no podrán ser aplicadas para reducir su sentencia, como tampoco el “tiempo servido” después que hayan muerto, así que siempre estarán debiendo la misma pena que debían en el primer día de su encarcelamiento.
El resultado final es que el único pago aceptable por nuestros pecados es la Sangre de un hombre sin pecado, y el único hombre sin pecado es Jesús. Él murió por todos los pecados de la humanidad (Juan 1:29) pero solamente las personas que elijan aceptar Su muerte como pago de sus pecados podrán ser perdonadas (Juan 3:16). Rehusando aceptarla deja al resto incapaz de poder pagar y eso requiere que sean encarceladas. Puesto que las personas son seres eternos, y han cometido crímenes en contra de la eternidad, y puesto que nunca podrán pagar su deuda, tendrán que permanecer encarceladas para siempre.
Es mi oración ferviente que si usted está leyendo este artículo y no ha aceptado la muerte del Señor como el pago completo por sus pecados, no deje pasar un día más sin hacerlo. Ninguno de nosotros tiene el privilegio de conocer el número de días de nuestra vida. Cada nuevo día puede ser el último. Por favor no se tarde. Selah. 31/05/15

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