miércoles, 11 de marzo de 2015

El iglecrecimiento arminiano

El iglecrecimiento arminiano dice que la forma de organizarse, las estrategias de evangelización, el discurso que se expone, el carisma del predicador o pastor de turno de la iglesia, es el detonante que hace crecer una iglesia.
Falso. Falso. Totalmente errado.
La Biblia dice: “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que iban siendo salvos” Hechos 2:47
Si Jehová no edifica la casa en vano trabajan los que la edifican.
Dios es el que hace crecer tu iglesia (cuando esa iglesia es de Dios), y ese crecimiento no es exactamente numérico.
Humanamente pensamos y deseamos que el crecimiento de la iglesia sea numérico, que nuestras iglesias estén abarrotadas de gente, que se trabaje dinámicamente, etc. No niego que esto sea lo ideal, pero lo ideal a veces no se debe construir a costa de lo humano.
Hay que entender que lo verdaderamente ideal lo construye Dios. Dios es Soberano, y también en Su iglesia. Dios es el que construye su casa. Dios es el que salva.
Nosotros únicamente debemos ajustarnos a la obediencia fiel a las Escrituras.
Una iglesia debe ser construida en base a la Palabra, debe estar sometida a la Palabra. Debe una iglesia escuchar la Palabra, y sus métodos y estrategias deben ser amoldados a la Palabra. En realidad la Palabra y el Espíritu Santo son los que van a hacer perfilar las estrategias de cualquier congregación local y estas serán tan particulares de acuerdo a la voluntad de Dios.
Por ello hablar de un bíblico iglecrecimiento, sería hablar de cuando la iglesia está creciendo en la fidelidad a la sana doctrina, cuando es obediente a los principios bíblicos. Sería hablar de un avivamiento real que produce la Palabra en el corazón de vidas rendidas ante la majestad del Salvador.
Creo que ahí es cuando podemos hablar de iglecrecimiento.
No creo que el iglecrecimiento se construya en torno a las estrategias humanistas devengadas del error doctrinal del Arminianismo, que ha penetrado cancerígenamente en nuestras iglesias.
Iglecrecimiento decisionista y metodista que lo único que hace es hacer creer a un transeúnte en la iglesia que ya es “salvo”, y no le muestra su condición humana con la verdad de las Escrituras. Así sólo se transforman impíos en creyentes meramente nominales.
De Gerardo Cruz.

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